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La bandera de España deja de ser tabú en los balcones de Barcelona

Aires de renovación en el paisaje urbano de la capital catalana: a la omnipresente estelada le ha salido competencia.

Aires de renovación en el paisaje urbano de la capital catalana: a la omnipresente estelada le ha salido competencia.
Banderas de España en los balcones de Barcelona

Barcelona ha cambiado mucho en el último lustro. No es que se haya construido ninguna infraestructura de relieve o se haya alcanzado algún logro notable en el campo de la ciencia, la empresa o la cultura. El principal cambio tiene que ver con el fenómeno de las banderas en los balcones desde que comenzó la última fase del proceso separatista, allá por 2012.

En la capital catalana ya se tenía una cierta propensión a decorar las fachadas con senyeres el "Onze de Setembre" y el 23 de abril, Día de San Jorge. Grandes almacenes y sedes de todo tipo de empresas también celebraban con banderas de considerables dimensiones en sus fachadas tales efemérides. Nunca en 12 de Octubre con una bandera de España, aunque tiempos hubo en que los autobuses de Barcelona llevaban unas pequeñas banderas en los retrovisores, siempre la de la ciudad más la catalana los 11 de septiembre, 23 de abril y 24 de septiembre, por la Virgen de la Mercé, y la española el 12 de Octubre, pero esa práctica se desterró hace más de dos décadas.

A medida que el proceso superaba fases, la presencia de más y más banderas esteladas en Barcelona era un rasgo distintivo que no pasaba inadvertido ni para los turistas más despistados. Las esteladas se exponían en los escaparates de las tiendas de oportunidad y "souvernirs", en los quioscos de prensa, en cientos de miles de balcones de Barcelona y de toda Cataluña, en las rotondas, en edificios públicos y en los lugares más insospechados, como los campanarios de cientos de iglesias.

Hay división de opiniones sobre si se ha producido una arriada de banderas o sí hay las de siempre. Unos dicen detectar que las fachadas están más despejadas, otros destacan la alta presencia de las banderolas de colores del referéndum del 1-O o de anteriores "diadas", como la que tuvo por lema "a punt", en 2016. El año anterior fue "Via lliure a la república catalana" y este, "la Diada del sí".

En cualquier caso, el fenómeno más relevante es el de la irrupción de la bandera nacional. Hay muchas menos que enseñas separatistas, pero hay tramos de calles en los que no faltan ejemplos. También se ha recuperado la senyera sin estrella, algunas tocadas con un pañuelo blanco que denota que el ocupante de la vivienda sería partidario del #parlem y otras como recuerdo de un pasado en el que había más días laborables que jornadas "históricas" y la senyera salía a la calle el día de fiesta y se retiraba de madrugada. La variedad empieza a ser la norma estética.

A comienzos de esta década comenzaron a verse las primeras esteladas. En 2012 no había edificio sin como mínimo una bandera independentista. En años posteriores el impacto visual alcanzó a la rotulación de las en carreteras y vías urbanas. A la llegada de innumerables pueblos y ciudades una señal advertía que la localidad estaba adherida a los municipios por la independencia. En los murales se proclamaba independencia y las esteladas en masías, casas abandonadas o postes jalonaban carreteras y autopistas. Uniformidad rigurosa. La senyera y la bandera española quedaron relegadas a los edificios oficiales, ayuntamientos, el Parlament, el Ayuntamiento de Barcelona y la sede la Generalidad, consejerías y poco más en Barcelona.

A día de hoy, después de dos semanas de máxima tensión social, la manifestación del pasado domingo 8 de octubre que reunió en torno a un millón de personas (muchas venidas desde alejados rincones de España, pero la mayoría de los pueblos y ciudades de toda Cataluña, incluida Barcelona y su área metropolitana), un paseo por los dos ensanches de Barcelona, la Sagrada Familia, la calle Marina o el entorno del colegio Ramon Llull, donde la Policía Nacional logró incautar urnas y papeletas, permite apreciar un fenómeno inusual, la irrupción de la bandera española en un paisaje que era estrictamente independentista. La variedad parece tendencia, al punto de que hay quienes combinan en un balcón la estelada, la bandera del arcoiris y la española.

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