Desbarajuste en Junts per Catalunya (JxCat). Tras descartar ser el primero de la candidatura del partido la pasada semana, Puigdemont ha cambiado de opinión y plantea ahora un tándem electoral que le permita encabezar la candidatura en la lista por la provincia de Barcelona mientras que el vencedor de las primarias iría en segundo puesto.
La interpretación generalizada situó a Puigdemont en un puesto simbólico en la candidatura. El prófugo publicado en sus cuentas un vídeo en el que se descartaba con la siguientes palabras: "La represión española me impide ser el candidato a la investidura de la presidencia de la Generalidad. No lo seré, pero no renuncio a liderar el proyecto. Estaré en la candidatura de JxCat, trabajaré a fondo en la campaña. Mi papel en estas elecciones será liderar un equipo".
La ambigüedad del mensaje le permite ahora cambiar de registro y optar al primer puesto sin pasar por el proceso de primarias. Según cuenta el digital independentista El món (El mundo), el reglamento de JxCat no le impide ser el primero de la lista aunque no se someta al proceso de primarias. Y ese es el resquicio por el que quiere colar su candidatura sin pasar por el cedazo de la militancia.
De entrada, nadie duda de que Puigdemont es el preferido de las bases de un partido creado a su imagen y semejanza y en el que la militancia está relacionada con la fidelidad personal hacia el líder, pero la maniobra desnaturaliza el proceso en el que se enfrentan Laura Borràs, portavoz de JxCat en el Congreso de los Diputados, y el consejero de Territorio y Sostenibilidad de la Generalidad.
Se da casi por seguro que la vencedora de estas elecciones internas que se celebrarán a final de mes será Borràs, pero ya no encabezará la candidatura sino que irá detrás de Puigdemont. Lo que sí parece claro es que el prófugo no condicionará la investidura si su partido gana las elecciones y está en disposición de obtener la presidencia de la Generalidad. En ese caso, el candidato posconvergente será el número dos, alguien que no presente dificultades de carácter judicial para ser investido.
Puigdemont se escuda en un malentendido para justificar su cambio de opinión. Alega que sus compañeros de partido no supieron interpretar sus palabras y que por eso dieron en especular que sería el número uno de la lista por Gerona o que cerraría la candidatura. La situación revela por otra parte que el partido es un mero instrumento al servicio del fugado, que hace y deshace a su antojo.