
Carmen Merino, acusada de asesinar y decapitar a Jesús Mari Baranda -el que fuera su pareja en 2019- ha continuado este martes con su relato de los hechos en la segunda sesión del juicio que se sigue contra ella en la Audiencia Provincial de Cantabria. Su estrategia ha sido la misma que la del día anterior: presentarse como una viuda doliente, destrozada por la "marcha" de su marido, y sembrar la duda sobre la posible implicación en su muerte de otras personas del entorno de la pareja.
Llama la atención que su defensa no planteara esas dudas durante la instrucción, como habría correspondido para que esas personas hubieran sido investigadas también. Entre ellas se encuentran la receptora del "paquete", que por encargo de la acusada lo guardó durante meses -sin saberlo- con la cabeza de la víctima en su interior, y el hermano del jubilado vasco asesinado, con el que -ha dicho- no tenía buena relación. Sobre la primera, ha dado a entender que "le tiraba los tejos" y a él "le incomodaba". Del segundo, que tenía malos hábitos y le entregaba dinero todos los meses.
La declaración de ambos ha seguido a la de la acusada, junto con otros testigos. Muchos de ellos, cercanos a la pareja, han desmontado la versión de Carmen. Según han descrito, la relación entre ambos no era tan buena como la presunta decapitadora ha querido hacer ver. "Fatal" es la palabra elegida para calificar esa unión por el primo del fallecido, quien denunció la desaparición el 11 de abril de 2019. "(Jesús Mari) no estaba a gusto", ha explicado. Él se quejaba de su pareja a menudo y discutían en público, han coincido en destacar varios de los amigos que han testificado.
Ella, sin embargo, ha asegurado que tenían "cosas malas como cualquier matrimonio" pero que su relación era buena. Ambos necesitaban "mucho amor", ha recalcado, y se fueron "equilibrando". "Cuando Jesús se fue me quedé destrozada", ha afirmado. Carmen vendió a todo su entorno la versión de que se había ido de viaje, consiguiendo que durante algún tiempo su ausencia no levantara sospechas. No obstante, la autopsia del cráneo (la única parte del cadáver que se ha encontrado) determinó el fallecimiento alrededor del 12 de febrero. Es decir, meses antes de que se hallara la cabeza -el 30 de septiembre-.
La caja y la cabeza
Sin duda el hallazgo del cráneo de la víctima es fundamental para la resolución del caso, ya que no se ha encontrado el resto del cuerpo. De ahí la importancia del testimonio de la vecina y amiga a la que la acusada le entregó el "paquete" para que lo guardara, con la excusa de que contenía "juguetes sexuales" y le daba vergüenza que la Guardia Civil los encontrara en un registro que -preveía- se podía producir tras la denuncia de la desaparición de Jesús Mari.
Según ha relatado la mujer, ella le dijo que no lo abriera "bajo ningún concepto". Así que lo guardó en un armario hasta que se "hartó". El 30 de septiembre de 2019, decidió abrirlo y ver qué contenía, ya que su dueña seguía sin ir a recogerlo. En su interior se encontró el cráneo, muy bien envuelto, en distintas capas: varias bolsas, un neceser y un papel de regalo. Inmediatamente, ha explicado, llamó a su hermana y su cuñado, que también eran vecinos, a la Guardia Civil y a la propia Merino.
La ahora acusada acudió a su domicilio, ha relatado ella misma, pero cuando llegó al lugar se encontró a "las dos hermanas en el balcón" y ella le dijo: "hasta que no venga la Guardia Civil no te dejamos subir". Carmen Merino ha asegurado que ella no entendía por qué le decía eso, y también que tenía "un regalo" para ella. Ha dejado ver que estaba muy descolocada y no sabía de qué iba el tema. Según su versión, ya cuando subía hacia la vivienda en el ascensor, su amiga le espetó: "Tengo la cabeza de tu marido en una bolsa de plástico". "Yo no sé si me morí o no me morí o qué fue lo que pasó", ha asegurado, "para mí todo lo que pasó después es como que lo he soñado".


