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Un separatista echa a su hijo con asperger por hablar en español: "Si España está por encima de la familia, márchate"

Le quería "catalanizar", asegura el joven a LD muy afectado. Ahora está "en situación de desamparo", explica su abogada, Vanessa González.

Manifestación por la escuela en catalán. | Europa Press

"En Cataluña no hay libertad", asegura Juan -nombre ficticio-. Es la conclusión de un joven de 21 años, diagnosticado de Síndrome de Asperger cuando tenía tres, al que su propio padre ha dejado sin casa y sin trabajo sencillamente por hablar en español, sin importarle la situación de desamparo en la que se quedaba. "Es independentista radical", explica el chico en declaraciones a Libertad Digital.

Está "muy disgustado". "No pensaba que era tan mala persona", comenta. Ellos discutían a menudo por sus diferencias políticas, pero no creyó que el hombre pudiese llegar tan lejos. Llevaba desde 2018 trabajando en una de sus empresas -aunque "sin contrato"- y se fue a vivir con él hace diez meses, cuando a su madre la desahuciaron del piso en el que vivía. Es decir, su padre era conocedor de la paupérrima situación económica de la mujer y de que ésta no podría hacerse cargo del joven si le echaba.

Aún así, lo hizo. "Si España está por encima de la familia, márchate", le espetó. Ipso facto se quedó sin nada. No le dejó llevarse sus pertenencias. Ni siquiera su medicación, nos asegura. Juan no entiende la posición de su padre. "No respeta la lengua castellana, que según la ley y el Estatuto de Autonomía de Cataluña se ha de respetar", indica. Él tiene muy claro que está en su derecho de hablar como le plazca.

Prohibido hablar español

"España es mi tierra... Mi país, mi patria. Me siento español y vivo en una tierra que es territorio nacional. Yo hablo en castellano, pienso en castellano y nadie me tiene que obligar hablar en catalán", afirma con contundencia. "No respetan mi españolidad, en Cataluña no hay libertad", insiste. "Aquí hay gente radical que quiere imponerte lo suyo. Pero España es un país muy plural, con riqueza de idiomas y riquezas culturales".

La discusión que desembocó -el pasado viernes- en esta situación, la de que le echara de casa y del trabajo, empezó de la forma más tonta. Como otras tantas veces. Iban juntos, caminando por la calle a comprar el pan, cuando su padre le advirtió de que le iba a "catalanizar". Le exigió "que no hablase en castellano, que lo tenía prohibido" y le amenazó con echarle si lo hacía.

Esta disputa ya la habían tenido en otras ocasiones, su padre estaba empeñado en que "le tenía que hablar a los clientes en catalán". Y no es que nos sepa, añade su abogada Vanessa González, es que "se siente más cómodo hablando en español". Otro de sus empeños era que no tuviese relación con su madre, de ideas políticas muy diferentes a las suyas (nada nacionalistas).

Odio a España

En casa de su padre se respira un clima de "odio a España". Juan recibía insultos y vejaciones por parte de su padre y la novia de éste, ambos independentistas, por no compartir sus ideas políticas. "Me decían que era subnormal, que era retrasado, que era un discapacitado de alto nivel", asegura.

Aunque su padre "siempre fue radical, antes próximo a Convergencia y ahora a Junts, ha empeorado", señala Juan. Él se siente víctima de un intento de adoctrinamiento. "Cuando tenía 15 años y fuimos de viaje a Madrid con el colegio", nos cuenta, "mi padre me dijo: todo lo que veis en Madrid está pagado por los catalanes".

También asegura que el empresario, que goza de una buena posición económica y social, es "clasista" y "racista". "No respeta nada, tampoco a los que han levantado esta tierra", señala. "A los que vivieron en los años 60, les llama extranjeros". "Tiene delirios ideológicos", exclama. Juan no entiende que su padre odie a España, que será "quien pague su jubilación".

¿Y la justicia?

Juan no da crédito a lo que le está tocando vivir. Si ya es duro que tu padre te eche a la calle por motivos políticos, lo que según la letrada Vanessa González podría constituir incluso un delito de odio, aún es peor cuando vas al juzgado y no te hacen caso. "La juez no me quiso escuchar. En mi opinión, por un tema ideológico", afirma Juan.

Había acudido -junto con su abogada- con motivo de una petición de orden de alejamiento contra el padre. Lo cierto es que, nos confirma González, no se le tomó declaración (como es habitual). La magistrada dictó la resolución sin escuchar lo que el joven tenía que decir. Determinó que "no se aprecia situación objetiva de riesgo para la víctima".

"Lo único que ha podido valorar es la declaración que el chico ha efectuado en comisaría", nos explica. Pero "nosotros habíamos aportado documentación de la enfermedad mental que tiene y un informe par acreditar la situación social de la madre", explica. Juan se ha quedado "en una situación de desamparo".

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