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El sindicato de mandos policiales: "La modernización de la Policía lleva cinco años en una parálisis total"

El SPP denuncia que "la justicia, la política y los movimientos sociales" vienen "menoscabando sistemáticamente el principio de autoridad".

El SPP denuncia que "la justicia, la política y los movimientos sociales" vienen "menoscabando sistemáticamente el principio de autoridad".
Adolfo Medina, presidente nacional del Sindicato Profesional de Policía (SPP). | SPP

La muerte de un agente de la Policía Nacional el pasado fin de semana en la localidad jienense de Andújar, durante una riña vecinal, ha reabierto el debate sobre sobre la situación interna del cuerpo policial y sobre cómo se enfrentan en el día a día los agentes de las Fuerzas de Seguridad del Estado a las situaciones de crisis que deben afrontar en las calles. Si están suficientemente protegidos o formados para determinadas actuaciones.

Durante toda la semana ha habido denuncias sindicales sobre la falta de protocolos claros que no hagan dudar a los agentes sobre cuándo y cómo deben usar su arma reglamentaria, sobre la necesidad de modernizar el Plan Nacional de Tiro de la Policía Nacional para que se hagan prácticas también en movimiento y en situaciones de estrés e, incluso, sobre el desbloqueo de la entrega de los táser o pistolas eléctricas, una defensa que ayuda a salvar vidas.

Libertad Digital entrevista a Adolfo Medina, que es desde octubre de 2021 el presidente nacional del Sindicato Profesional de Policía (SPP), una organización sindical que tiene dos vocales en el Consejo del cuerpo, que son los dos únicos representantes que aportan la Escala Superior y la Escala Ejecutiva, es decir, que cuentan con el respaldo abrumador de los mandos de la Policía Nacional.

Pregunta: La muerte del agente en Andújar ha puesto sobre la mesa la necesidad de hacer mejoras en la maquinaria policial, ¿qué toca mejorar para que los policías hagan su labor en las mejores condiciones posibles?

Respuesta: El fallecimiento del compañero en Andújar es un hecho tremendo, lamentable, y produce infinidad de sensaciones en el resto de los policías. En estos casos siempre salen a relucir las deficiencias que rodean las actuaciones policiales. Es evidente que un hecho de esta envergadura debe generar debates, pero lo que también tiene que generar es una intensificación de las medidas que se deben llevar a cabo desde la Dirección General de la Policía para evitar que vuelvan a suceder. Desde hace muchos años el SPP viene denunciando múltiples carencias que afectan al trabajo diario de los policías y que van desde la falta de medidas de autoprotección, baste significar el hecho de que no hay chalecos antibalas suficientes, hasta carencias en la formación.

Pero creo que hay que poner encima de la mesa un debate más profundo y que excede al ámbito estrictamente policial. Y es que desde hace años a los policías se les pone en una situación muy difícil de gestionar cuando tienen que actuar ante personas que muestran una agresividad desmedida, portan armas y no dudan en acometerles. El principio de autoridad viene siendo menoscabado sistemáticamente por la acción de operadores desde muchos ámbitos como la justicia, la política, los movimientos sociales, etc… Y eso ha calado en la formación policial hasta el punto de que se ha inculcado hasta la extenuación una interpretación del deber de utilización progresiva de medios de defensa y contención que deja a los policías en una situación de conflicto interno que paraliza la toma de decisiones adecuadas ante enfrentamientos y agresiones que entrañan un gran peligro para su integridad física y su vida, además de la de los ciudadanos a los que se trata de proteger.

Hay que acometer mejoras en los medios materiales de todo tipo, en la formación policial y fomentar un cambio en la sociedad para que se entienda que un policía es el eslabón final de la autoridad que debe ejercer un estado ante situaciones de ataques a la pacífica convivencia.

P: Estamos a las puertas de unas elecciones generales. Es posible que haya cambios al frente del ministerio del Interior y la Policía Nacional. ¿Cómo valora los años de Marlaska al frente de Interior? ¿Qué se ha hecho bien y qué se ha hecho mal?

R: El ministro Grande-Marlaska llegó al puesto envuelto en un halo de optimismo en el ámbito policial ya que era una persona cercana al mundo de la seguridad, que comprendía la dificultad de la labor policial y que podría dar un impulso a muchas de las actuaciones que eran urgentes en la Policía Nacional. En cualquier mandato, sea político o no, siempre hay luces y sombras. Cierto es que ha sido el principal impulsor del Centro Universitario de la Policía Nacional, hecho por el que será siempre reconocido. También es justo reconocer que la tasa de reposición tanto en la Policía Nacional como en la Guardia Civil ha sido muy sustancial, superando con creces el 100%, lo que nos lleva a tener una de las tasas de criminalidad más bajas del mundo. O que ha promovido una inversión superior a los mil millones de euros en infraestructuras o medios materiales, aunque ese reconocido esfuerzo es claramente insuficiente.

Asumió el acuerdo de equiparación salarial firmado entre el ministro del interior anterior y la mayoría de las organizaciones sindicales, pero lo ha incumplido en muchos de sus puntos. Pensar que con cumplir el mínimo que ya estaba firmado no es suficiente. En ocasiones ha cerrado filas y defendido a los agentes, incluso a costa de pagar precio político, como el caso de la patada en la puerta durante la pandemia o el asalto a la valla de Melilla, de la misma manera que en otras ha brillado por su ausencia, la última ayer cuando el máximo responsable de la Fuerzas y Cuerpos de Seguridad en Madrid, al que debemos recordar que la Policía Nacional lleva la bandera en su uniforme. El ministro del Interior algo tendrá que decir, creo yo.

Cabe señalar, por tanto, que existe una parálisis total en cuanto a la consecución de modificaciones normativas, modificaciones que son necesarias y urgentes y que afectan al desarrollo de la Policía Nacional, lo que denota una clara falta de compromiso.

P: ¿La Policía Nacional como institución, sus mandos y sus agentes están ahora mejor o peor que hace 5 años?

R: Es evidente que la inercia de la administración genera avances. Esos avances se producen independientemente de quien esté al frente de la gestión. En estos últimos años han cambiado cosas, algunas de ellas previstas y acordadas con anterioridad. En ese sentido se podría decir que los policías nacionales están mejor que hace 5 años. Pero es evidente que se podrían haber efectuado muchas acciones que habrían supuesto un salto importante en la calidad del trabajo policial si el ministro del Interior, los secretarios de Estado de Seguridad y el director general de la Policía hubieran tenido voluntad política de llevarlas a cabo.

No hay que olvidar que desde el año 2008 hasta el año 2015 todo se vio condicionado por la crisis económica. Eso hizo que la Policía Nacional no hubiera entrado hasta entonces de lleno en el siglo XXI. A partir de 2015 se debió dar un impulso definitivo a la modernización de la Policía Nacional para situarla de nuevo como la policía de referencia que siempre fue. Y los últimos cinco años, como ya he indicado antes, han sido de parálisis casi completa en ese sentido.

Por lo tanto, es obvio que tenemos mucho margen de mejora. Seguimos sin ser considerados "profesión de riesgo" y carecemos de una jubilación digna. Ambos puntos sí son reconocidos para el resto de las policías que operan en este país, tanto locales como autonómicas. Precisamente a las que dependen del Estado se les niegan estos derechos.

P: Hay ciclo electoral el España… Pero también en la Policía Nacional. ¿Qué espera el SPP de las elecciones del próximo día 28 al Consejo de Policía?

R: Esperamos en el SPP unos resultados lo suficientemente buenos como para que se continúe escuchando con fuerza en el Consejo de Policía la voz de los mandos. En los últimos años, y no solo hablo de los cuatro últimos, los vocales del SPP en el Consejo han mantenido con fuerza los argumentos que a diario trasladan los mandos de la Policía Nacional para reclamar mejoras de todo tipo en su actividad diaria.

No solo importan los sueldos, no solo importan los medios, no solo importa la defensa de los mandos ante ataques de todo tipo por ejercer su profesión de acuerdo a la jerarquía que rige en la policía. Importa y mucho una forma de entender la acción sindical con respeto a todos, basada en argumentos, consistente, continuada en el tiempo, basada en años de experiencia y siempre con espíritu constructivo. Esta es la filosofía que subyace bajo la actividad sindical del SPP, es su seña de identidad y lo que esperamos en nuestra organización sindical es contar con la confianza de la mayor parte de los mandos de la Policía Nacional para seguir en esta línea.

P: ¿Qué proponen en su programa? ¿Qué quieren mejorar desde el Consejo de Policía?

R: Reitero que en la Policía Nacional hemos estado inmersos en una parálisis casi absoluta en lo que a cambios y avances se refiere. Proponemos cambios normativos para seguir avanzando en la actualización de muchos de los procesos internos que están basados en normas demasiado anticuadas. Ejemplos de ello son la ley de condecoraciones que es de 1964, las normas que regulan el baremo profesional, el reglamento de puestos de trabajo, el catálogo de puestos de trabajo.

Pedimos una revisión de los procesos de ascenso que no se abordó con la última modificación del reglamento de procesos selectivos y que contó con el rechazo de todas las organizaciones sindicales. Reclamamos avances reales en la necesaria transparencia que debe impregnar todas las actuaciones que afectan a las condiciones de trabajo de los policías, debiendo resaltar aquí el oscurantismo que generan las comisiones de servicio o determinados nombramientos.

Por supuesto reclamamos el cumplimiento íntegro y real del acuerdo de equiparación que se firmó en 2018. Pedimos una mejora en las condiciones de jubilación de los policías que nos les penalice respecto a las de otros policías que operan en nuestro país. Para ello hay que reconocer la actividad de los policías nacionales como profesión de riesgo. Y debe hacerse de manera urgente.

Debe modificarse la norma que regula la jornada laboral para adaptarla a las necesidades reales de las comisarías y, en paralelo, adaptar la normativa de vacaciones, permisos y licencias. O el desarrollo de la ley de personal que se aprobó en el año 2015, ocho años sin ningún avance en la regulación de cuestiones fundamentales para el funcionamiento idóneo de la Policía Nacional, para evitar la dispersión normativa que tenemos en la actualidad.

Una Policía del siglo XXI, requiere normativa del siglo XXI. No puede ser que la Policía avance a golpe de sentencia, sino que tenemos que impulsar una modernización de la carrera policial y de unas funciones propias acordes con la sociedad actual. En fin, no son pocos los avances que se pueden conseguir y que son necesarios. El SPP es ambicioso. Seremos constantes en nuestras reclamaciones. Falta solo la voluntad política suficiente para llevar a la Policía Nacional al lugar que se merece que no es otro que el de referente no solo nacional, sino internacional en el mundo de la seguridad.

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