Antes de acabar la primera mitad de 2024 se habrán celebrado las elecciones autonómicas del País Vasco. De ellas saldrá el PNV o Bildu como principal fuerza vasca y, por el camino, Bildu no ha dejado de subir y PNV de bajar en los últimos comicios. Pero probablemente tendrá que ser el PSOE-PSE el que decida a cuál de los dos partidos apoya –ambas separatistas y aliadas del PSOE en distintas facetas–. Y, por lo tanto, será el partido de Pedro Sánchez el que regale el Gobierno regional vasco a los de Ortuzar o a los de Oetgi.
La solución que prepara el partido socialista para evitar esta elección, –que le podría llevar a distanciarse de uno de sus socios claves y necesarios– pasa por entregar Navarra a Bildu de facto –dándole el Ayuntamiento de Pamplona y más poder en el Gobierno socialista de María Chivite– y el País Vasco al PNV. Pero, claro, todo eso tendrán que aceptarlo tanto los separatistas del PNV como los proetarras de Bildu.
El laboratorio socialista busca como saltar las minas que irán saliendo durante la próxima legislatura en caso de confirmar Pedro Sánchez su continuidad en La Moncloa. Y una les preocupa de especial manera: lo que pase tras las elecciones vascas de junio de 2024. En ese momento es probable que Bildu adelante en voto al PNV. Pero también lo es que Bildu necesite del apoyo del PSOE para poder gobernar. Y eso puede suponer que, en caso de que el PSOE se incline hacia Arnaldo Otegi, deje sin Gobierno al PNV. Y el PNV podría, por ejemplo, retirar su apoyo a Pedro Sánchez en el Congreso y en el Gobierno nacional como respuesta.
El PSOE no se lo puede permitir. Porque quedaría en minoría frente a unas potenciales derechas unidas que podrían atraer al PNV hacia su voto.
Por eso, el PSOE ultima el plan de intentar contentar a Bildu y al PNV a la vez. ¿Cómo? Entregando más poder a Bildu en Navarra y dejando en el Gobierno vasco al PNV. La cuestión radica en si Bildu aceptaría esto como suficiente.
Los caramelos para los proetarras serían sensibles. Ahí se encontraría una política educativa y social en Navarra plenamente controlada por Bildu, la entrega de consejerías a los de Otegi, el aumento de los fondos a sus asociaciones euskaldunas, y, sobre todo, el regalo del Ayuntamiento de Pamplona, que en estos momentos está en manos de UPN por una mayoría simple que el PSOE puede romper en cualquier momento.
Bildu, de hecho, ya ha pisado el acelerador en su agenda separatista. Los proetarras quieren su Euskal Herria soñada y eso incluye la absorción de Navarra por el País Vasco. Tras las elecciones del 28-M intentaron quedase el Ayuntamiento de Pamplona por ser "la primera fuerza progresista", según ellos. Pero el PSOE no quiso jugarse en aquel momento las elecciones generales del 23-J dándoles su apoyo, y el Ayuntamiento quedó en manos –temporales e inestables por culpa de la falta de apoyos– de la ganadora de las elecciones, Cristina Ibarrola (UPN).
Ahora ya han pasado las elecciones, Bildu negocia los apoyos a Pedro Sánchez de cara a la investidura, los de Otegi saben del juego a dos bazas del PSOE y las cosas han cambiado. Bildu exige a Sánchez el ataque al Ayuntamiento de Pamplona para derrocar el constitucionalismo e imponer su formación frente del consistorio.
El coordinador general de EH Bildu, Arnaldo Otegi, ha empezado a filtrar sus deseos de dar paso a una moción de censura en el Ayuntamiento de Pamplona: el objetivo no es otro que convertir a Joseba Asiron en alcalde de la capital navarra, todo un gesto de cara a su control de la Comunidad Foral y a la expulsión del constitucionalismo.
Otegi, además, ha deslizado desde el País Vasco que las conversaciones con la líder del Gobierno de Navarra y PSOE-PSN, María Chivite, avanzan por buen camino. Y uno de los objetivos es expulsar a UPN, tal y como ya ha ocurrido en organismos clave del control municipal.
Y es que hay que recordar que Bildu gana poder en Navarra día a día. Bien por medio de su propio partido, bien a través de personas supuestamente independientes que dependen de ellos y comparten sus consignas. El último caso ha sido el de la Mancomunidad de Pamplona, todo un epicentro de poder, influencia y presupuesto que gestiona desde la recogida de residuos domésticos, hasta el agua, las cuestiones ambientales, el parque fluvial de la comarca o la atención ciudadana. Y lo hace en los 50 municipios de la Comarca de Pamplona.