
"Una persona bondadosa y muy amorosa", así define una amiga de la familia a Silvia López. La mujer presuntamente asesinada por "los hijos que tanto deseó" en Castro Urdiales. El cuerpo sin vida de la víctima -de 48 años- fue hallado alrededor de las 20.45 horas de este miércoles, en el interior de su coche. El vehículo estaba en el garaje de la vivienda, ubicado el parking de la urbanización en la que vivía con su marido y sus dos hijos.
Ambos son varones y de origen ruso. La pareja los adoptó "años atrás". Aparentemente, eran felices y participaban en las actividades parroquiales. "Era un matrimonio muy religioso", explica la misma fuente a Libertad Digital, por lo que "era habitual verles los domingos juntos en misa". Silvia era conocida y muy querida en la comunidad, que aún no da crédito a que los menores, de 13 y 15 años, puedan ser los responsables del crimen.
El cadáver de la mujer, que era catequista en la iglesia del Sagrado Corazón, apareció amordazado y con evidentes signos de violencia. El entorno de Silvia asegura que no tenía conocimiento de que la pareja tuviera problemas familiares o con los niños. Por su parte, la alcaldesa de Castro Urdiales, Susana Herrán, ha asegurado que en el Ayuntamiento no tienen constancia de ningún incidente violento o denuncia previa.
Eran hijos muy deseados
El Consistorio ha suspendido la celebración de los carnavales y ha decretado tres días de luto. "Nuestro sentimiento es de absoluta tristeza", ha señalado la regidora. Un dolor que es compartido por la comunidad católica del municipio. Silvia era "del tipo de personas que se ofrecen para todo", nos indican, "se implicaba". También estaba volcada en la educación de sus hijos, que habían sido "muy deseados".
Unos niños que los vecinos definen como "normales", que estaban escolarizados en un centro educativo del municipio cántabro y que seguían las costumbre de su familia. El 21 de junio de 2020, el pequeño de los hermanos -Endika- recibió su Primera Comunión. Lo hizo con retraso, por culpa de la pandemia, vestido por el tradicional traje de marinero. Tanto sus padres como otros familiares no dudaron en deshacerse en halagos hacia el menor.
¿Qué les pasó?
"Qué bonitos mis niños", exclama la propia Silvia en uno de lo comentarios a pie de foto que compartía en Facebook el día de la Eucaristía. Su hermano mayor -Jon- posaba sonriente y orgulloso junto a su padres y el homenajeado. Tan sólo tres años y medio distan entre la instantánea y el atroz crimen que -según ha trascendido- inicialmente intentaron ocultar simulando su propio secuestro.
El pequeño (que es inimputable) ya se encuentra en un centro de protección de menores y el mayor será evaluado por el equipo psicosocial de la Fiscalía de Cantabria. Por su parte, Silvia llenaba su perfil en la red social de reflexiones de grandes pensadores y frases atribuidas a mentes célebres. El destino quiso que la ultima publicada, el día antes de su muerte, fuese del pintor neerlandés Vincent van Gogh: "Lo que el color es para una pintura, el entusiasmo es para la vida".

