La determinación de golpismo secesionista no es más que la lógica consecuencia de la no menos persistente pusilanimidad y condescendencia de los Gobiernos centrales.
La izquierda plantea el debate acerca de la inmigración ilegal con el burdo maniqueísmo de calificar de buenos a quienes son favorables a tolerarla y de malos a quienes quieren restringirla.