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Los hechos probados de la brutal agresión a dos guardias civiles en Alsasua que una obra de teatro pretende blanquear

El teatro La Abadía de Madrid estrenará la polémica obra Altsasu el próximo 18 de enero.

El teatro La Abadía de Madrid estrenará la polémica obra Altsasu el próximo 18 de enero.
Actores de la obra 'Altsasu' estrenada anteriormente en Bilbao | Teatro Arriaga

El Teatro La Abadía de Madrid acogerá a partir del próximo 18 de enero la representación de Altsasu, la polémica obra de teatro con la que se pretende blanquear la brutal paliza que la madrugada del 15 de octubre de 2016 sufrieron dos guardias civiles y sus parejas a manos de los cachorros de ETA.

Los ocho agresores fueron condenados por la Justicia española a penas de entre 1 año y medio y 9 años y medio de prisión por los delitos de atentado a agentes de la autoridad, lesiones, desórdenes públicos y/o amenazas. El Tribunal Europeo de Derechos Humanos desestimó el recurso presentado por los acusados, dejando claro que todos ellos habían tenido un juicio justo. Sin embargo, la ficción trata ahora de imponer un falso relato, según el cual lo sucedido no habría sido más que una simple pelea de bar entre unos "visitantes" y unos "jóvenes arraigados en su tierra".

Hechos probados

Tal y como recogen los hechos probados de la sentencia, la noche del 14 al 15 de octubre de 2016, el teniente Óscar Arenas y el sargento Álvaro Cano habían salido a tomar algo a un bar del pueblo junto a sus parejas y la agresión se produjo por su condición de guardias civiles. "¿Tu eres madero?", le preguntaron al teniente. Poco a poco comenzaron a rodearles y a "proferir expresiones hacia los denunciantes, tales como "...’hijos de puta’, ‘picoletos’, ‘cabrones’, ‘txacurras’, ‘esto os pasa por venir aquí’, ‘os vamos a matar por ser guardias civiles...’ , a la vez que eran agredidos con golpes, puñetazos y patadas", tal y como consta en el fallo avalado por el Tribunal Supremo. Una vez fuera, la multitud gritaba: "Cabrones, teníais que estar muertos, dale más fuerte al puto perro".

Entrevista a la madre de uno de los guardias civiles agredidos en Alsasua.

"Les hicieron lo que ellos llaman ‘el pasillo de la muerte’ y, mientras les echaban del local insultándoles, les lanzaban puñetazos y patadas. Serían unos veinticinco dentro del local, pero, al salir fuera, estaban esperando otros tantos con las mismas intenciones -relataría después la madre de Óscar fuentes en La noche que cambió mi vida, el libro que escribió para contar la verdad sobre lo sucedido aquel día-. Les caía una lluvia de golpes por todos lados. A mi hijo lo apartaron de los demás, evitando así que pudiesen ayudarle, y entre insultos de ‘al teniente hay que reventarlo’, ‘hijos de puta’, ‘txakurras (perros)’, y amenazas como ‘os vamos a matar por ser guardias civiles’ o ‘esto es lo que os va a pasar cada vez que bajéis de allí’, siguieron apaleándoles de forma salvaje".

Inmaculada Fuentes no ahorra en detalles: "Mi hijo (el teniente) estaba sangrando por la boca y malherido. En un momento sintió un profundo dolor y perdió el equilibrio, cayendo al suelo. Le habían partido el tobillo, pero eso no hizo que la lluvia de patadas cesara, al contrario, ahora era más vulnerable y las hienas se cebaban con la presa". Las parejas de los dos guardias civiles trataron de mediar sin éxito, convirtiéndose también ellas en objetivo. De hecho, la sentencia describe cómo una de las acusadas, Ainara Urquijo, dirigiéndose a la novia del sargento y con el dedo en alto, le dijo en tono intimidatorio: "Esto os ha pasado por bajar al pueblo, cada vez que salgáis os va a pasar lo mismo".

A la pareja del teniente, le llovieron todo tipo de golpes. "María José veía que lo mataban dándole las patadas en la cabeza y, como pudo, se echó encima para protegerle, recibiéndolas ella; creo que eso le salvó la vida -relata la madre de Óscar Fuentes -. A los enardecidos cobardes no les importó que fuese una mujer, ni que fuese vecina del pueblo, la siguieron golpeando mientras la insultaban: "Puta", "esto te pasa por estar con un txakurra".

Como nadie hacía nada, el agente cogió su móvil como pudo y llamó al 062. "Como no podía hablar, colgaban y optó por llamar al cuartel. Allí reconocieron el número y oyeron lo que estaba pasando. Jamás olvidaré la frase que pronunció el compañero que dio aviso al resto: "Al teniente lo están matando", recordaba Inmaculada Fuentes en una entrevista concedida en 2022 a Libertad Digital.

Los partes médicos no dejaron lugar a dudas: todos ellos sufrieron lesiones graves, pero especialmente el teniente, al que, entre otras cosas, le rompieron la tibia y el peroné y tuvo que ser operado de urgencia. En el caso de su pareja, las secuelas más importantes fueron las psicológicas, ya que "comía mal, tenía pesadillas, no salía a la calle" y no podía dormir. Sus padres también empezaron a ser acosados a partir de aquella noche. Tenían que tener las persianas de su casa bajadas todo el día y en el exterior de su vivienda y de su negocio, al que la gente dejó de ir, aparecían pintadas constantemente: "Alde Hemendik (Fuera de aquí)", "Herriak ez du barkatuko" (El pueblo no perdonará) o "Utzi bakean Altasu" (Dejad en paz a Alsasua). Finalmente, tuvieron que abandonar el pueblo.

El periplo judicial

Tras recibir el parte de lo sucedido, la juez de la Audiencia Nacional Carmen Lamela ordenó el ingreso en prisión incondicional y sin fianza por un delito de terrorismo para 6 de los 8 detenidos, tal y como había solicitado la Fiscalía. Tras el juicio, sin embargo, el tribunal entendió que la finalidad terrorista no quedaba plenamente acreditada y, por tanto, únicamente condenó a los ocho acusados por delitos de atentado a los agentes de la autoridad, lesiones, desórdenes públicos y amenazas.

Las penas impuestas por la Audiencia Nacional oscilaban entre los 2 y los 13 años de prisión, al haber apreciado, no obstante, las agravantes de abuso de superioridad y de odio y considerar probado que los acusados actuaron movidos por la animadversión y menosprecio hacia la Guardia Civil y por motivos claramente ideológicos. No en vano, la sentencia considera probado que algunos de ellos estaban vinculados e implicados activamente y de forma importante al movimiento OSPA de Alsasua que persigue como finalidad la expulsión de la Guardia Civil y demás Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado" y que participaron "en una manifestación no autorizada el día 3 de septiembre de 2016 en favor de los presos de ETA en la localidad de Echarri Aranaz".

El fallo, sin embargo, fue recurrido por todos los acusados y, finalmente, el Tribunal Supremo terminó reduciendo sus penas a entre 1 año y medio y 9 años y medio de cárcel, al suprimir la agravante de discriminación en su actuación; algo con lo que no estaban de acuerdo dos magistrados, que emitieron un voto particular.

No contentos con la admisión parcial de sus peticiones, los acusados decidieron apelar al Tribunal Europeo de Derechos Humanos que, sin embargo, dio carpetazo al asunto, dejando claro que habían tenido un juicio justo. La madre del teniente -la única que se pronunció públicamente ante la imposibilidad de su hijo y del sargento de hacerlo, dada su condición de guardias civiles- celebró la noticia asegurando que "sus mentiras ya no cuelan". Pero ante la imposibilidad de imponer su verdad en los tribunales, los proetarras han tratado de hacerlo a través de la ficción.

La obra de teatro de María Goiricelaya es tan solo un ejemplo. Ya en 2020, la televisión pública vasca, EITB, estrenó una polémica serie sobre la brutal agresión a estos dos guardias civiles y sus parejas, en la que se presentaba a los agentes como unos provocadores e incluso se insinuaba que habían abusado del alcohol aquella noche. Tampoco hay que olvidar que en 2019, diputados de Podemos, Bildu, PNV y ERC visitaron a los agresores en la cárcel apoyando así su versión de lo sucedido y que incluso justo después de la brutal paliza, el PSOE de Alsasua se alineó con los condenados en una declaración municipal en la que defendía que los hechos se habían "sobredimensionado".

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