Se inicia un nuevo ciclo electoral que en esta ocasión pasa por unas elecciones gallegas en poco más de un mes, unas vascas que no tardarán mucho, unas catalanas que también podrían ser en este 2024 y, sobre todo, por unas europeas en junio que son, por su formato con una circunscripción única en todo el territorio nacional, la oportunidad perfecta para el despegue de nuevos partidos.
En esta ocasión uno de esos nuevos partidos será Izquierda Española, que tratará de lograr lo que en su día consiguió Podemos: obtener algún representante en el Parlamento Europeo y establecerse así entre el conjunto de partidos españoles.
Izquierda Española tiene una aspiración final que no es otra que sustituir a un PSOE que ha dejado de ser socialista, que lleva medio siglo sin ser obrero y que, desde luego, está renunciando a todo lo español en virtud de sus pactos con el separatismo. Es obvio que es una idea a muy largo plazo, pero aún así cabe preguntarse si tiene muchas posibilidades de hacerlo o de lograr al menos ser influyente en la política de nuestro país.
Y lo cierto es que los antecedentes no invitan al optimismo: ni UPyD, ni docenas de plataformas anteriores, ni Ciudadanos –que nació como un partido de izquierdas para sustituir al PSC–, ni tan siquiera Podemos, el que más cerca estuvo, han logrado superar a un partido que parece, por desgracia, parte de la idiosincrasia española: hay millones de personas que están deseando tener razones para poder votar al PSOE.
Así que las cosas no pintan demasiado bien para la Izquierda Española que lidera Guillermo del Valle, colaborador de esRadio y otros medios, sobre todo por una razón importante: tiene que lograr esos votantes entre una izquierda que no se siente nada española. Y así es muy difícil.