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Pedro Sánchez banaliza los problemas de salud mental fingiendo durante 5 días que estaba deprimido

El presidente reaparece triunfante poco después de que su entorno alertase de que estaba "tocado" y "destrozado".

El presidente reaparece triunfante poco después de que su entorno alertase de que estaba "tocado" y "destrozado".
EFE

Una depresión de cinco días. Este es exactamente el tiempo que le ha durado a Pedro Sánchez su disgusto, tan grave como para sumir a España en una incertidumbre política sin precedentes. Sin embargo, este mismo lunes, Sánchez ha reaparecido completamente recuperado, dispuesto a seguir adelante con una voluntad férrea capaz de inspirar un nuevo capítulo de su Manual de Resistencia.

El pasado jueves, era un hombre "profundamente enamorado" de Begoña, tan dolido e impotente que incluso se planteaba dimitir para proteger a su mujer de las informaciones que la vinculan a un presunto tráfico de influencias. Y con esa carta a la ciudadanía, Sánchez perpetró su espantada de cinco días para meditar. La derecha lo consideró una decisión "irresponsable". La izquierda lo consideró poco menos que un derecho laboral necesario para cuidar la salud mental del presidente.

Durante estos últimos cinco días, Sánchez ha permanecido recluido en La Moncloa, sin contacto apenas con el exterior. Fuentes de su entorno y de su Gobierno insistían en que no se trataba de una nueva estrategia política. "El presidente está tocado" y "muy afectado", señalaban. Otros hablaban directamente de "depresión" y comparaban la situación con el viaje que Sánchez hizo a EEUU para curarse de su destitución en el Comité Federal de 2016. Incluso llegó a trascender que tanto el presidente como su mujer habían "llorado". En cualquier caso, todos han coincidido en que Sánchez estaba "destrozado a nivel anímico y moral".

Los medios acólitos de izquierda hicieron el resto. Durante estos días se ha difundido hasta la saciedad la imagen de un presidente tocado físicamente que, después de haber lidiado contra infinidad de dificultades, había llegado al límite debido a la "campaña de acoso y deshumanización de la derecha". Y llegaron las comparativas con Mónica Oltra, Pablo Iglesias, Irene Montero... todo ello entre lecciones de periodismo independiente por parte de RTVE y de mensajes en redes sociales por parte de ofendiditos que nunca se cuestionaron la moralidad de sus ataques, insultos y acusaciones contra, por ejemplo, Isabel Díaz Ayuso.

Por el camino, los españoles han asistido con estupor al esperpento sanchista con llantos en Ferraz, golpes en el pecho de una desatada ministra María Jesús Montero, Óscar Puente ensalzando a su "puto amo", recuerdos guerracivilistas de Patxi López "no pasarán", las lágrimas de Almodóvar y una banda sonora a caballo entre la Internacional y Quevedo.

Sin embargo, la imagen del marido y padre dolido y sufriente que necesitaba unos días para reflexionar se ha venido abajo este lunes cuando el presidente ha reaparecido triunfante para anunciar que seguirá siendo el presidente de este país y para amenazar de paso con un proceso de "limpieza" contra medios y jueces disidentes que osen informar sobre las actividades de Begoña.

Los expertos psicólogos aseguran que los primeros síntomas de depresión duran más o menos dos semanas. Al presidente le han durado cinco días. Tal vez por ese motivo muchos se cuestionan si estamos ante un nuevo capítulo del Manual de Resistencia y, sobre todo, ante una burla de las enfermedades mentales.

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