Si por la mañana el PSOE ovacionó a los expresidente de la Junta de Andalucía condenados por el caso ERES, Manuel Chaves y José Antonio Griñan, la estrella de la tarde fue Begoña Gómez, la esposa de Pedro Sánchez que está imputada por tres delitos (tráfico de influencias, corrupción privada y apropiación indebida).
Begoña Gómez irrumpió en la carpa central del Congreso a última hora de la tarde, cuando la mayoría estaba centrado en un ágora sobre desinformación comanda por Zapatero. La mujer de Sánchez se dejó ver. Se dio un paseo por la carpa central con el himno del PSOE versión techno y con decenas de saludos acompañados de selfies. Lo hacía sola ya que a esa hora su marido se encontraba reunido con Santos Cerdán perfilando la próxima ejecutiva del PSOE.
La mujer de Sánchez llevaba una chaqueta roja de cuero y unos jeans. Colores corporativos del partido. "Encantada de saludarla" o "ánimo" eran algunas de las palabras que más se repetían entre los delegados ante una sonriente Begoña Gómez justo en la semana en la que se ha conocido la imputación de una asesora de Moncloa por ayudarle, presuntamente, en sus negocios privados.
En declaraciones a LIBERTAD DIGITAL y Vozpopuli, la mujer de Sánchez afirmó que estaba "tranquila, serena y confiada". La segunda dama no quiere hablar sobre el caso que instruye el magistrado Juan Carlos Peinado. Desde hace tiempo, su portavoz es su abogado, el exministro Antonio Camacho. "El tiempo lo pondrá todo en su sitio", afirmaba desde la carpa central.
La mujer de Sánchez convertida en un rockstar se paraba para conversar con el presidente de Asturias, Adrián Barbón y seguir entregada a la tarea de repartir besos, abrazos, agradecer los apoyos y hacerse selfies. Tras el revuelo provocado en la carpa central, cuando se corría el rumor de su presencia y las cámaras de televisión empezaban a rodearla, la esposa de Sánchez salía de la carpa central del Fibes.
Al rato, cuando ya se había disipado la atención, volvía con un amplio cordón del equipo de seguridad de Moncloa que filtraba a los que se acercaban. Los simpatizantes, en cambio, no paraban de acercarse. "Estoy encantada de estar con la familia socialista", remataba la segunda dama que, cada pocos metros, se paraba para charlar con algún delegado que quería un selfie. Su objetivo de acercarse al bar para tomar una coca cola se antojaba casi imposible para la última rockstar de este 41º Congreso del PSOE