
Dice la leyenda que el gran padre de la unificación alemana, Otto von Bismarck, aseguró en una ocasión que con las leyes pasa lo mismo que con las salchichas: "Es mejor no ver cómo se hacen". En el Gobierno ya conocen la técnica de negociación de Junts. Primero negocian lo general y, cuando parece que hay un acuerdo inminente, empiezan a presionar hasta con la última coma.
Los de Puigdemont saben que cualquier signo de puntuación puede cambiar el detalle de una frase. Es lo que pasó con la ley de amnistía y es lo que está pasando ahora con la cesión de competencias en materia de inmigración y fronteras. Lo que podría traducirse en una ley orgánica, si bien en Moncloa no acaban de confirmarlo.
Este pasado martes, antes del duelo dialéctico entre Yolanda Díaz y Pilar Alegría, el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, admitió ante sus diputados que están "sudando tinta" para sacar adelante las leyes. El resultado es más que modesto y cada negociación con Junts les lleva al límite. Pese a todo, Sánchez aseguró que es peor "sudar tinta para explicar los cambios de posición de la ultraderecha y neoliberales", obviando que sus giros (desde los pactos a la ley de amnistía) han llevado a los suyos a la sauna de los bolígrafos.
Dos meses para ver si hay Presupuestos
Los asesores de Sánchez esperan que las relaciones tortuosas con Junts se encaucen tras este pacto sobre inmigración. Tienen la mirada puesta en el calendario, con la vista en mayo. Tras cerrar este acuerdo y sortear la cuestión de confianza, empezarán a ver si hay agua en la piscina de Junts. La euforia tras el acuerdo sobre el omnibus ya se ha disipado y la realidad impera en Moncloa.
Uno de los asesores más cercanos a Sánchez ya le ha recomendado que, si las exigencias de Junts son "muy duras", lo mejor es seguir en la prórroga presupuestaria. La clave es evitar más desgaste con Puigdemont, que ya ha pedido que se indulte a Laura Borrás tras ver cómo el Supremo ha confirmado su sentencia a cuatro años de prisión por fraccionar contratos.
En el Ejecutivo saben que Puigdemont necesita tiempo para que se aplique la ley de amnistía y se declare constitucional por parte de Conde-Pumpido. El arma que tiene Moncloa es la foto con el líder fugado. El líder de Junts quiere la instantánea que le blanquee de forma definitiva, pero en el Gobierno son partidarios de no dársela y esperar a que se le aplique la norma. Hasta ahora, sigue siendo un prófugo y sobre él siguen pesando las causas de malversación.
¿Cuándo serán las elecciones?
La intención sigue siendo la de agotar la legislatura, aunque sea a base de prórrogas presupuestarias, y se remiten a la época de Rajoy, cuando Cristóbal Montoro consiguió sacar adelante sus últimos presupuestos en mayo y, a la semana siguiente, el Ejecutivo era derribado por una moción de censura.
En el entorno socialista siguen considerando que lo mejor es convocar las elecciones en 2027 y descartan hacerlas coincidir con las andaluzas o con un superdomingo electoral, que supondría convocar las generales a la vez que las autonómicas y municipales. "Sería un desprecio a los barones y líderes territoriales", sentencian algunos de los más próximos a Sánchez.

