
El exministro de la UCD, Pío Cabanillas, resumió con sorna las luchas intestinas que sufría su formación en plena Transición: "¡Cuerpo a tierra, que vienen los nuestros!", dijo con ironía. Durante el último mes, Moncloa se ha tenido que enfrentar a un apagón en toda la península, a problemas en los trenes AVE y, ahora, a una militante del PSOE, Leire Díez, que va ofreciendo beneficios judiciales y ascensos a cambio de información para acabar con el teniente coronel de la UCO, Antonio Balas. Por si fuera poco, un audio de uno de sus colaboradores, el empresario Javier Pérez Dolset, implica en esta operación al secretario de Organización del PSOE, Santos Cerdán, y al presidente del Gobierno, Pedro Sánchez.
"Te desespera", admite una fuente monclovita, que muestra su hartazgo por la cantidad de "bombas de racimo" que aseguran estar recibiendo. "No hay caos, no hay cloacas", repiten una y otra vez, tratando de alejar una imagen que empieza a instalarse en buena parte de la sociedad: la de un país en el que todo lo que se daba por seguro puede fallar, y la de una especie de red de agentes que busca información confidencial sobre la UCO para invalidar las investigaciones que cercan al Gobierno. Una "sensación falsa de caos" que se conjuran para alejar de la imagen del ciudadano medio.
En el Ejecutivo temen estar perdiendo la batalla mediática, aunque creen que para el ciudadano es muy difícil "decodificar" la catarata de audios que siguen apareciendo sobre Leire Díez, de la que reniegan y aseguran que nunca fue "fontanera" ."Claro que nos preocupa", admiten tras ver cómo la agenda la están marcando estas grabaciones. "Se está reaccionando a la sensación que transmiten los medios y no al hecho fáctico concreto", se lamentan mientras prometen que "no hay policía patriótica", "ni dossieres". "Sólo prometió cosas que no puede cumplir y no se han cumplido", prometen.
También muestran su preocupación por la "escalada verbal" del PP como reacción a estos audios. "Un límite que no se puede pasar", terciaba la vicepresidenta primera, María Jesús Montero, que censuró términos como "mafia" o "putrefacción" que usó Feijóo durante su intervención, obviando que Óscar López estaba a esa hora tildando de "campaña mafiosa" la filtración de audios o que había llamado "mafioso" al novio de Ayuso solo unas horas antes.
Los adjetivos contra Sánchez se han endurecido en las últimas horas. En especial tras conocerse un audio del empresario Javier Pérez Dolset en el que identifica al presidente del Gobierno y a Cerdán como los líderes de la trama contra la UCO. Una grabación que, según fuentes gubernamentales, está "descontextualizado", ya que "no se escucha ni el antes, ni el después"
Tranquilidad ante una hipotética moción
Desde el Gobierno tratan de aparentar tranquilidad, porque creen que todavía no hay motivos para judicializar este caso. De ahí su confianza ciega en que, al final —y pese a los cantos de sirena por parte de Feijóo para armar una moción de censura— los socios seguirán respaldando a Sánchez. "No están locos, no van a hacer una moción de censura", sentencian en el Gobierno tras escuchar la declaración institucional del líder de la oposición.
En esa línea iban las reacciones de los socios. El portavoz de ERC, Gabriel Rufian, censuraba a Feijóo en X al "pedir el apoyo a partidos que su principal socio de Gobierno ilegalizaría, prometiendo gestión mientras sostiene a Mazón". Tampoco Junts parece por la labor. Jordi Turull se tomaba "a broma" la declaración de Feijóo y le culpaba de que la UE rechazase la oficialidad del catalán. Ni siquiera el PNV podría respaldarlo ya que, según fuentes socialistas, los canales entre Génova y Sabin Etxea están rotos.


