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Desconcierto y burlas entre los líderes europeos con el paripé de Sánchez en la OTAN

El presidente sacrifica la imagen exterior de España y la seguridad nacional para ganar tiempo a nivel interno.

El presidente sacrifica la imagen exterior de España y la seguridad nacional para ganar tiempo a nivel interno.
El presidente del Gobierno de España, Pedro Sánchez (c), llega a la foto de familia de la cumbre de la OTAN que se celebra este miércoles en La Haya, Países Bajos. | EFE

El pretendido choque de Pedro Sánchez con la OTAN para lograr la respuesta airada de Donald Trump ha tenido ya las primeras consecuencias. La imagen de España ha quedado seriamente perjudicada y, con ello, su credibilidad como socio fiable. Un alto precio que puede perjudicar, incluso, la seguridad nacional, especialmente en el flanco sur, con Ceuta y Melilla como puntos débiles. Por lo pronto, los líderes europeos se han mostrado escandalizados ante el papel interpretado por el presidente del Gobierno.

La imagen de Sánchez apartado de sus aliados evidencia su aislamiento internacional pero se trata de una foto buscada que debe interpretarse en clave interna, con la vista puesta en sus socios de Gobierno, a los que les ha dado una causa común para aglutinarse de nuevo en torno a él. El vídeo que muestra la escena para hacer la foto de familia evidencia cómo el presidente se coloca de forma deliberada más alejado del resto de líderes, al situarse en uno de los extremos de la fila. No se trata de algo casual o forzado por los demás mandatarios.

El objetivo era ganar oxígeno por unas horas, aunque eso suponga sacrificar las relaciones internacionales y el prestigio de España. Según ha podido saber Libertad Digital, en las reuniones preparatorias del Consejo Europeo posteriores a la OTAN, hasta siete líderes internacionales nombraron a España para referirse a lo ocurrido en La Haya y mostraron su incredulidad, además de criticar la ruptura de la unidad europea que querían transmitir ante EEUU.

Públicamente el primer ministro de Bélgica, Bart De Wever, y la la primera ministra de Italia, Gieorgia Meloni, incluso ironizaron con la intervención de Pedro Sánchez por desdecirse del compromiso que acababa de adquirir. "Si logra lo que dice es un genio", aseguró el belga, mientras que la italiana negó discrepancias por parte de ningún país o algún tipo de trato preferente, como ya había rechazado el secretario general de la OTAN, Mark Rutte.

Pese a la catarata de contradicciones, en el Gobierno siguen convencidos de que es "compatible" firmar el acuerdo y, a la vez, enrocarse en una inversión del 2,1%. "Esto es un acuerdo con Rutte", afirman en el Ejecutivo remitiendo a la carta donde no se contempla ninguna excepcionalidad para España y, en todo momento, se habla de un 3.5 en gasto militar y un 1,5% en otros relacionados con la seguridad y la defensa. Incluso exhiben el enfado de Trump como prueba de "que no le ha gustado" el supuesto acuerdo con el secretario general de la OTAN.

Contra la solidaridad y los Tratados de la OTAN

Inmediatamente después de firmar el documento, que compromete a todos los aliados a aumentar el gasto en defensa en un 5%, Sánchez salió a negarlo y a insistir en que nuestro país sólo invertirá el 2,1%. Una jugada que contraviene los propios Tratados de la Alianza Atlántica, que en su artículo 2 hacen referencia a la solidaridad de sus socios para garantizar la defensa de todos ellos. "Tratarán de eliminar conflictos en sus políticas económicas internacionales y estimularán la colaboración económica entre varias o todas las partes", dice textualmente.

Aunque el texto firmado es de carácter político, saltárselo es toda una declaración de intenciones sobre la falta de compromiso para permanecer en un club muy selecto que garantiza un alto grado de seguridad frente a ataques externos y conflictos bélicos. De ahí que sea difícil medir el alcance de los pasos dados por el Gobierno español en un escenario especialmente difícil, donde cualquier traspiés a nivel diplomático puede derivar en un choque perjudicial para toda España.

El presidente del PP, Alberto Núñez Feijóo, compareció este jueves en rueda de prensa después de reunirse con los líderes del PPE y admitió "preocupación" por "el papel de España en la Cumbre de la OTAN". "El país más nombrados por los primeros ministros y líderes del PPE en la reunión que acabamos de mantener ha sido España y he sentido bastante disgusto con lo que he tenido que oír", dijo, alertando de que "ya es costumbre tomar a broma al presidente español entre los líderes europeos". Una imagen muy perjudicada que empeora la corrupción del Gobierno, que ya empieza a ser un clamor a nivel internacional.

El Gobierno, satisfecho

La preocupación del PP contrasta con la euforia del Gobierno, al que no parece importarle el enfado de otros aliados. "España es un país soberano", afirmaba Pedro Sánchez este jueves desde Bruselas, donde auguraba que nuestro país "cumplirá sus obligaciones" por vía de las capacidades. Lo cierto es que, gracias a esta polémica, Sánchez ha vuelto a marcar el guion durante unos días, evitando que la corrupción centre toda la agenda.

A este choque se unió su sobreactuación al evitar corrillos con los líderes o al distanciarse de la foto de grupo. No es la primera vez que un líder aprovecha la confrontación contra Trump para revivir, aunque sea durante unos días. El ejemplo más claro está en Canadá donde el partido de Justin Trudeau, el Liberal, estaba a 10 puntos de los Conservadores. Tras su dimisión, Mark Carney se hizo con la riendas y, gracias a las invectivas de Trump contra su país, no sólo consiguió remontar sino que ganó las elecciones generales. Sánchez se aferra a Trump como último recurso, aunque eso afecte a la reputación exterior de España.

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