Las siete clases de españoles, según Pio Baroja ++
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Las siete clases de españoles, según Pio Baroja ++
Enviado por quejio el día 6 de Enero de 2013 a las 00:12
1) los que no saben;
2) los que no quieren saber;
3) los que odian el saber;
4) los que sufren por no saber;
5) los que aparentan que saben;
6) los que triunfan sin saber, y
7) los que viven gracias a que los demás no saben.
Unamuno y Benito Pérez Galdós aplaudieron a Baroja. Sobre todo por el último punto, el que dice “los que viven gracias a que los demás no saben”. Estos últimos se llaman a sí mismos “políticos” y a veces hasta “intelectuales”.
http://lacomunidad.elpais.com/caloma/2011/4/8/las-siete-clases-espanoles-clasifico-don-pio-baroja
Saludos
2) los que no quieren saber;
3) los que odian el saber;
4) los que sufren por no saber;
5) los que aparentan que saben;
6) los que triunfan sin saber, y
7) los que viven gracias a que los demás no saben.
Unamuno y Benito Pérez Galdós aplaudieron a Baroja. Sobre todo por el último punto, el que dice “los que viven gracias a que los demás no saben”. Estos últimos se llaman a sí mismos “políticos” y a veces hasta “intelectuales”.
http://lacomunidad.elpais.com/caloma/2011/4/8/las-siete-clases-espanoles-clasifico-don-pio-baroja
Saludos
Sobre la clasificación (+)
Enviado por Atenea el día 6 de Enero de 2013 a las 11:05
Llevo tiempo buscando alguna prueba sobre el comentario que hace "El País" y que reproducen muchos medios; pero ni en cartas entre los autores ni en nisngún sitio encuentro que Pérez Galdós aplaudiera a su "alumno" en la afirmación 7. Seguiré buscando.
Sobre la clasificación -creo que más satírica que otra cosa- es evidente que que en la 7 están LOS QUE SABEN Y VIVEN GRACIAS A LOS QUE NO SABEN (faltan los que saben, sin vivir de los que no saben, que algunos habría). Además, unas clases incluyen a otras. No es una clasificación exhaustiva, por lo que es incorrecta.
Pero en realidad, señor Quejío, yo he abierto la página -además de para despedir las vacaciones en el último momento- para ponerle un texto de Pío Baroja que no es muy conocido, pero que a mí me gusta mucho. Y creo que estamos muy necesitados de posturas positivas, que incluyan el sentido del humor.
De hecho, yo clasificaría a los españoles en especialmente positivos, negativos y neutros (como los números enteros). Un saludo.
No sé si lo concerá. Se lo pongo más abajo.
PÍO BAROJA: «La lucha por la vida I. La busca». Fragmento (+)
Enviado por Atenea el día 6 de Enero de 2013 a las 11:09
—Pues sí, me acerqué al capitán del barco y le pedí permiso para que me dejase desembarcar en la isla.
Bueno —me dijo—; llévese usted la Golondrina, si quiere —la Golondrina era el nombre de la piragua—; pero dentro de un par de horas esté usted de vuelta.
Me embarco en mi bote, y ¡hala!..., llego a la isla, que estaba poblada de plátanos y cocoteros, y desembarco en una playa, en donde se hundió la proa de la Golondrina.
Aquí, don Alonso hizo una mueca del hombre que no puede contener la risa, y lanzó después al barbero una mirada acompañada de un guiño confidencial.
—Salto a tierra —siguió diciendo don Alonso—; echo a andar, y de pronto, paf en la cara, un mosquito enorme, y luego, paf… otro mosquito, hasta que me rodeó una nube de aquellos animales tan grandes como murciélagos. Con la cara martirizada echo a correr a la playa, a embarcarme, cuando veo un cangrejo que estaba junto a la Golondrina; pero ¡qué cangrejo! Sería como un oso de grande; era negro, reluciente y hacía fa… fa… fa…, como un automóvil. Verme el bicho y echarse a correr sobre mí, gritando, todo fue uno; yo corría hacia un cocotero, y tras… tras… tras..., subí por él hasta arriba. El cangrejo se acerca al árbol, se detiene pensativo y se decide y empieza a subir también.
—Terrible situación —dijo el barbero.
—Figúrese usted —replicó don Alonso guiñando los ojos—, yo no tenía en la mano más que un palito, y me defendí del cangrejo dándole golpes en los nudillos; pero él, bramando de rabia y con los ojos brillantes, seguía subiendo. Yo no podía ir más lejos, y pensé en bajar; pero al hacer un movimiento, ¡tras!... me agarra el granuja del bicho con una de sus muchas patas de la levita y se queda colgando de mí. El condenado pesaba de una manera atroz; ya estaba levantando otra de las zarpas para agarrarme, cuando me acordé que llevaba en el bolsillo del chaleco un limpiadientes que había comprado en Chicago y que tenía una navajita; abrí ésta, y en un momento corté los faldones de mi levita, y ¡cataplún!, desde una altura, lo menos de cuarenta metros, el cangrejo se cayó al suelo. Yo no sé cómo no se mató. Allá empezó a llorar, y a berrear y a dar vueltas al cocotero, en donde yo estaba, mirándome con ojos terribles. Yo entonces, para algo le tenía que servir a uno ser gimnasta, fui saltando de una rama a otra, de cocotero en cocotero y de plátano en plátano, y el cangrejo siguiéndome, berreando, con los faldones de la levita en la boca.
Al llegar cerca de la playa me encuentro con que había bajado la marea y que la Golondrina andaba a más de cincuenta metros por encima de las olas.
Esperaré —me dije—; pero en esto veo asomar en la copa del árbol donde estaba la cabeza de una serpiente; me agarro a una rama, me balanceo para caer lo más lejos posible del cangrejo y se me rompe la rama y me falta el sostén.
—¿Y qué hizo usted entonces? —preguntó el barbero.
—Di dos saltos mortales en el aire, por si acaso.
—Fue una precaución útil.
—Ciertamente, creí que estaba perdido. Todo lo contrario: estaba salvado.
—Pero, ¿cómo? —preguntó Aristón.
—Nada, que al caer, con la rama que llevaba en la mano di sobre el cangrejo, y como llevaba tanta fuerza, lo atravesé de parte a parte y le dejé clavado en la playa. El animal bramaba como un toro; yo me metí en la Golondrina y me escapé pero el barco mío se había marchado. Me puse a remar, no había una vela a la vista. Estoy perdido —dije—; pero gracias al cangrejo me salvé.
—¿Al cangrejo? —preguntaron todos extrañados.
—Sí; un vapor que pasó a muchas millas, al oír los lamentos del cangrejo pensó si sería la señal de alarma de algún barco náufrago, se acercó a la isla, me recogió, y a los pocos días ya estaba con mi compañía.
Don Alonso, al concluir su narración, hizo una mueca más expresiva y con su torre [Infiel] se marchó a la calle.
[PÍO BAROJA: «La lucha por la vida I. La busca». Fragmento].
Un saludo y feliz año a todos.
El relato de Baroja que ha traido me ha recordado un chiste ++
Enviado por quejio el día 6 de Enero de 2013 a las 20:42
Que mas o menos era así:
"Hablaba un alemán con un español de los logros tecnológicos de allá.
- En mi país, dice el alemán han fabricado un tren que arrastra quinientos vagones.
El español, posiblemente lepero, no está dispuesto a dejarse atropellar por el tren alemçan y le contesta:
- Eso no es nada –dice el español- en los astilleros de Cadiz han fabericado un barco con cinco mil metros de eslora.
- Eso es imposible –le constesta el alemán- no se puede hacer un barco así. Debería quitarle usted algunos metros si quiere ser creible.
- Pues no señor, le dice el español, no pienso rebajar un solo metro a mi barco mientras usted no quite unos pocos de vagones a su tren."
Saludos
"Hablaba un alemán con un español de los logros tecnológicos de allá.
- En mi país, dice el alemán han fabricado un tren que arrastra quinientos vagones.
El español, posiblemente lepero, no está dispuesto a dejarse atropellar por el tren alemçan y le contesta:
- Eso no es nada –dice el español- en los astilleros de Cadiz han fabericado un barco con cinco mil metros de eslora.
- Eso es imposible –le constesta el alemán- no se puede hacer un barco así. Debería quitarle usted algunos metros si quiere ser creible.
- Pues no señor, le dice el español, no pienso rebajar un solo metro a mi barco mientras usted no quite unos pocos de vagones a su tren."
Saludos
Me gusta más esa opinión de Baroja que el cuento que reproduce Atenea. s/t
Enviado por piocastr el día 6 de Enero de 2013 a las 11:16
A mí también... (+)
Enviado por Atenea el día 6 de Enero de 2013 a las 11:28
... me gusta más esa opinión, aunque no es correcta y se entiende que no lo sea si se tiene en cuenta el "contexto": momento de cierta ira en una tertulia de "Café", "un pronto"... Pero da qué pensar, teniendo en cuenta el autor, su vida y sus obras.
Respecto al cuento, es casi trágico, pero completo refleja la realidad de la supervivencia con un sentido del humor bastante destacado. Entiendo que no le guste por lo trágico (supongo) y lo duro que es enfrentarse a reflexiones sobre la vida y la supervivencia cuando está en función de la no supervivencia de otros. Un saludo.
De tejas abajo todo está sometido a la Ley de los opuestos y nada se entiende sin ella. Es la Ley. La opinión de Baroja está sometida a esa Ley, como la suya y la mía.... s/t
Enviado por piocastr el día 7 de Enero de 2013 a las 00:40
Referente al punto 7, puede ser porque los demás no sben, y aunque sepan, <<se puede ignorar su saber>> Un saludo
Enviado por Caba el día 7 de Enero de 2013 a las 09:28
En realidad, Sr. Caba, según lo que dice Baroja habría solo dos clases de españoles ++
Enviado por quejio el día 7 de Enero de 2013 a las 12:25
Los que no saben y los que saben.
Son los primeros los que se dividirían en 5 subespecies. Incluso el 2 y el 3 vienen a ser lo mismo.
Saludos
Son los primeros los que se dividirían en 5 subespecies. Incluso el 2 y el 3 vienen a ser lo mismo.
Saludos
Como caricatura no esta mal, pero creo que en medio hay matices. Un saludo
Enviado por Caba el día 7 de Enero de 2013 a las 23:04
En España abundan los 2), 3) y sobre todo los 5) Así estamos... s/t
Enviado por Deveraux el día 7 de Enero de 2013 a las 17:21