Convencidos de que el pretendido referéndum va a ser un fiasco absoluto, las fuerzas independentistas tratan de definir qué ocurrirá el día dos de octubre.
Este Gobierno de ignorantes desprecia al Estado y expone a sus servidores al ridículo de defender la ley sin honra y hacinados en los barcos de la bruja Piruja.
El próximo domingo no cabe otro resultado en Cataluña que el de la victoria del Estado de Derecho, a pesar de que el partido se haya puesto muy cuesta arriba.
Una de las cosas más curiosas del golpe de Estado en Cataluña es su voluntad de ser jurídicamente impecable en el modo de incumplir las leyes, incluida la Constitución.
Faltan seis días para el 1-O y lo único que podemos hacer es cruzar los dedos para que la tensión no acabe en una refriega cuyas consecuencias es preferible no imaginar.
El golpe de Estado del nacional-catalanismo es un proceso, no un puntual delito de desobediencia, de malversación o de prevaricación en forma de consulta.
Las universidades norteamericanas se han convertido en la punta de lanza de la ideología de género, las políticas de identidad y casi cualquier otra bazofia políticamente correcta que nos podamos imaginar.