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Amando de Miguel

España para el desguace

Lo peor de la presente circunstancia, tan confusa, es que cualquier salida que se tome puede conducir de nuevo a la extrema violencia en la calle.

La Historia no suele avanzar con una trayectoria rectilínea. Desmantelada la incompetente República y concluida la atroz Guerra Civil, Franco trató de reorganizar la vida pública. Primero se propuso que, en lugar de España, se dijera "Estado español". No lo consiguió. Intentó crear un régimen totalitario, pero el tiro le salió por la culata; se quedó al final en autoritario modernizador con su magistratura vitalicia. La fórmula (ahora diríamos "algoritmo") fue un Estado centralizado. El cual saltó por los aires a la muerte del Generalísimo. Nada estaba atado. Le sucedió el experimento del Estado de las Autonomías, un término que más parecía soviético o yugoslavo. Ha durado hasta hoy mismo. Lo que al principio entusiasmó a casi todos, ahora significa un desaliento general. Aparte de la corrupción rampante, resulta que unas autonomías quieren serlo más que otras. La cosa se viste como federalismo asimétrico; es decir, más de lo mismo. Se trata de un ñoñismo para indicar que los socialistas van a mandar.

El caso más curioso es el de Cataluña, en donde los poncios autonómicos pugnan por la independencia. Es una especie de chantaje para conseguir al menos un estatuto privilegiado, como el de los vascos o los navarros. Ese es el famoso encaje de Cataluña en España (que ahora sí se dice "el Estado").

Si aceptáramos la teoría ondular o cíclica para la marcha de la historia contemporánea, ahora tocaría un nuevo Estado centralizado, visto lo caro que nos ha salido el Estado de las Autonomías. Pero esa reacción dejaría sin cargos a más de la mitad de la nomenclatura política actual.

De momento, ante tanta confusión, España está para el desguace. Se me dirá que el diagnóstico resulta demasiado pesimista y por tanto irreal. La prueba es no hay precedentes de liquidación por derribo de países enteros. Pero no es cierto. Los ejemplos de Yugoslavia y Líbano, antaño verdaderos modelos para los progresistas, literalmente se han esfumado.

No es la primera vez que se dibuja un destino tan negativo para España. Recuérdese la "España sin pulso" o la "España invertebrada" de los intelectuales de antaño. Se trata de metáforas organicistas que hoy no sirven de mucho. También se puede recurrir a imágenes marineras, como "España al pairo" o "al garete". Pero es mucho suponer la imagen de "la nave" del Estado.

Lo peor de la presente circunstancia, tan confusa, es que cualquier salida que se tome puede conducir de nuevo a la extrema violencia en la calle. Ya se vislumbra en Cataluña y ya la hemos vivido hace unos lustros por culpa de los vascos fanáticos. ¿Por qué solo esas dos regiones van a ser independientes? Además, desgajadas del "conjunto del Estado" (como ahora dicen), lo que quede no creo que se pueda considerar cabalmente como España. Además, los clubes de fútbol no lo consentirían. Quizá tampoco el sistema de loterías. Pocas instituciones más se pueden considerar ya como nacionales.

Cabe pensar in extremis que todo lo anterior no es más que una pesadilla colectiva. En su virtud, en cualquier momento despertaremos los españoles de ese mal sueño, como se dice en catalán. De momento, la obsesión general de los españoles es Cataluña, donde ya no mandan los burgueses sino los perroflautas, donde el tradicional seny ha sido sustituido por la inverecundia.

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