
Semanas antes del intento de asesinato de Donald Trump, las agencias de inteligencia de EEUU obtuvieron información sobre un supuesto complot iraní para asesinar al expresidente y candidato republicano. Fuentes de la investigación aseguran que no hay ninguna relación aparente con el atentado perpetrado el pasado sábado, pero subrayan que precisamente porque manejaban esa información, el Servicio Secreto había reforzado la seguridad del exmandatario, lo que arroja más dudas si cabe sobre el flagrante fallo que a todas luces se produjo.
Por tanto, la cuestión ahora es por qué esas medidas adicionales que se implementaron debido al supuesto plan iraní no sirvieron para impedir que el atacante, identificado como Thomas Matthew Crooks, se subiera a un tejado y disparara en varias ocasiones antes de ser abatido por los agentes del Servicio Secreto.
Lo que sí es evidente es que, desde entonces, la principal obsesión de la policía es neutralizar cualquier posible amenaza. Prueba de ello es que este martes los agentes habrían matado a tiros a un hombre que habría protagonizado una pelea con arma blanca cerca de la sede principal de la Convención Nacional Republicana de Milwaukee.
Según la cadena de televisión local WISN, afiliada de CNN, dos individuos se estaban peleando en un parque cuando uno de ellos sacó un cuchillo, tras lo que recibió varios disparos de los agentes. No obstante, el Departamento de la Policía de Columbus (Ohio), no ha confirmado este extremo, puesto que se ha limitado a informar de que varios de sus miembros "estuvieron involucrados en un tiroteo con un funcionario durante la Convención Nacional Republicana" y tampoco si el sospechoso ha muerto.
El complot iraní
A pesar de que Irán niega cualquier complot para asesinar a Trump y asegura que dichas informaciones son "malintencionadas" y "carecen de fundamento", la portavoz del Consejo de Seguridad Nacional, Adrienne Watson, asegura que el régimen de los ayatolás lleva años amenazando a funcionarios estadounidenses en venganza por el ataque que Trump ordenó en 2020 y que acabó con la vida del general Qasem Soleimaní, exjefe de la fuerza Quds de la Guardia Revolucionaria iraní.
Debido a esas amenazas, ex altos cargos de la Administración de Trump involucrados en esa operación tienen aún escoltas. Entre ellos figuran el exsecretario de Estado Mike Pompeo y el exasesor de Seguridad Nacional de la Casa Blanca John Bolton. "Como hemos dicho en numerosas ocasiones, llevamos años siguiendo las amenazas iraníes contra exfuncionarios de la Administración de Trump. Esas amenazas emanan del deseo de Irán de vengarse por la muerte de Qasem Soleimaní. Consideramos este asunto de seguridad nacional de la más alta prioridad", subrayó Watson.
En cualquier caso, la portavoz ha reconocido que no se ha identificado ningún vínculo entre el hombre que disparó contra Trump y otros posibles agentes extranjeros. Según el FBI, que lidera la investigación, el atacante actuó solo y usó un fusil semiautomático AR-15 que había sido comprado legalmente por su padre.
El Servicio Secreto se encuentra actualmente bajo un gran escrutinio por los fallos que pudieron haber ocurrido y que permitieron que se intentara asesinar a Trump, el primer incidente de este tipo desde el que sufrió el entonces presidente Ronald Reagan en 1981. El Gobierno ya ha anunciado que hará una investigación independiente y que ha reforzado el dispositivo de seguridad de Trump y ha dotado de agentes del Servicio Secreto al candidato independiente Robert Kennedy Jr.
