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Cómo se nombran los huracanes y cuáles son sus partes más peligrosas

Desde nombres de políticos a un sistema internacional, la historia de cómo los huracanes han sido nombrados refleja cambios culturales y científicos.

Desde nombres de políticos a un sistema internacional, la historia de cómo los huracanes han sido nombrados refleja cambios culturales y científicos.
magen satelital del huracán Katrina, uno de los ciclones tropicales más devastadores en la historia de Estados Unidos, capturado en 2005 | Pixabay/CC/WikiImages

El impacto de los huracanes en las zonas costeras puede ser devastador, como se refleja en la amenaza del huracán Milton, que pone en alerta a la población de Florida. Además de ser eventos meteorológicos destructivos, los huracanes tienen un proceso muy particular para ser nombrados y cuentan con ciertos componentes que son clave para entender su estructura y comportamiento.

¿Cómo se asignan los nombres a los huracanes?

A lo largo de la historia, el método de nombrar huracanes ha cambiado drásticamente. Antes del siglo XX, no existía un sistema formal, y se recurría a nombres inspirados en fechas religiosas, barcos o figuras políticas del momento. Sin embargo, en la década de 1950, las autoridades meteorológicas de Estados Unidos decidieron implementar un sistema más organizado, comenzando con nombres en clave y luego con nombres de mujeres.

Este enfoque fue modificado nuevamente en 1979, cuando la Organización Meteorológica Mundial (OMM) tomó el control de la designación de nombres, introduciendo un sistema en el que se alternan nombres masculinos y femeninos. Las listas de nombres se rotan cada seis años, y si un huracán es particularmente devastador, su nombre se retira para evitar que se use nuevamente, como ocurrió con huracanes como Katrina o Irma.

Si durante una temporada se superan los nombres disponibles en la lista, se recurre a una lista auxiliar para continuar nombrando las tormentas. Además, si una tormenta se desplaza a través de diferentes cuencas oceánicas, mantiene su nombre original, a menos que se disipe por completo y vuelva a formarse más adelante.

¿Cuáles son los componentes de un huracán?

Los huracanes están compuestos por varias partes clave que determinan su funcionamiento y comportamiento. Estas estructuras no solo permiten a los meteorólogos predecir el movimiento de la tormenta, sino también entender mejor su poder destructivo.

El ojo del huracán: En el centro de un huracán se encuentra el ojo, una región de relativa calma rodeada por los vientos más violentos de la tormenta. El ojo es un área de baja presión y, en muchos casos, cielos despejados. Aunque su tamaño puede variar, suele tener entre 30 y 65 kilómetros de diámetro. Existen varias teorías sobre su formación, pero se cree que el calor y la interacción de los vientos en la atmósfera superior juegan un papel fundamental.

El muro del ojo: Esta es la parte más peligrosa del huracán, donde se encuentran los vientos más intensos y las lluvias más torrenciales. El muro del ojo es un anillo de tormentas que rodea al ojo y se caracteriza por la convección intensa. En los huracanes más potentes, pueden presentarse ciclos de reemplazo del muro del ojo, donde nuevas bandas de tormentas exteriores reemplazan al muro interior, debilitando momentáneamente la tormenta.

Bandas espirales: Estas son largas y estrechas franjas de tormentas que se extienden desde el centro del huracán hacia el exterior en forma de espiral. Estas bandas son responsables de la mayoría de las lluvias y tormentas eléctricas asociadas con un huracán, y suelen moverse en la dirección del viento predominante. Entre las bandas, pueden aparecer zonas de menor precipitación conocidas como fosos.

Foso: Aunque no todos los huracanes lo tienen, el foso es una región donde la intensidad de las precipitaciones es menor. Se sitúa entre el muro del ojo y las bandas espirales exteriores y suele ser un indicativo de cambios en la estructura.

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