
Las autoridades de Hawái están investigando el hallazgo de un cadáver en el hueco de la rueda de un avión de United Airlines que aterrizó en Maui la tarde de Nochebuena. El vuelo, identificado como UA202, partió desde Chicago y llegó puntualmente al aeropuerto de Kahului.
El descubrimiento fue realizado en un Boeing 787-10, concretamente en uno de los compartimentos del tren de aterrizaje principal. Según un comunicado de la aerolínea difundido el miércoles y recogido por CNN, "al llegar al aeropuerto de Kahului en Maui el martes, se encontró un cuerpo en el hueco de la rueda del tren de aterrizaje principal de una aeronave de United". Además, la aerolínea destacó que "el compartimento del tren de aterrizaje solo era accesible desde el exterior de la aeronave" y agregó que "por el momento, no está claro cómo ni cuándo la persona accedió al compartimento del tren de aterrizaje".
United Airlines ha confirmado que está colaborando estrechamente con las fuerzas de seguridad locales para esclarecer este suceso. Por su parte, el Departamento de Policía de Maui no ha ofrecido detalles adicionales sobre la identidad de la persona ni las circunstancias en las que pudo acceder a una zona tan inaccesible de la aeronave.
Incidentes similares en otros vuelos
Este trágico suceso no es un caso aislado. Hace apenas un año, dos adolescentes de 14 y 15 años fueron encontrados sin vida en el compartimento del tren de aterrizaje de un vuelo de Avianca que cubría la ruta entre Santiago de Chile y Bogotá. En aquella ocasión, las autoridades explicaron que estas zonas de los aviones no son inspeccionadas con la misma regularidad que otras áreas debido a los protocolos operativos estándar.
Asimismo, un año antes, un hombre fue descubierto en circunstancias similares tras un vuelo desde Argelia hasta París. Aunque sobrevivió, presentaba síntomas de hipotermia severa debido a las extremas condiciones climáticas y la falta de oxígeno que caracterizan estos compartimentos a gran altitud.
El riesgo extremo de viajar como polizón
El hueco del tren de aterrizaje de un avión es, posiblemente, uno de los lugares más hostiles para la supervivencia humana. A diferencia de la cabina de pasajeros, esta área no cuenta con calefacción, oxígeno ni presurización, elementos vitales para resistir las duras condiciones de vuelo a gran altitud.
A 5.490 metros, la hipoxia comienza a hacer estragos: aparecen síntomas como debilidad, temblores, mareos y trastornos visuales. A medida que el avión sigue ascendiendo, alrededor de los 6.710 metros, la lucha por mantenerse consciente se vuelve casi imposible debido a la disminución del nivel de oxígeno en sangre. Más arriba, a partir de los 10.065 metros, los pulmones humanos necesitan presión artificial para funcionar con normalidad.
Al mismo tiempo, las temperaturas descienden a niveles letales. En altitudes extremas, el termómetro puede marcar hasta 63 grados bajo cero, lo que aumenta significativamente el riesgo de hipotermia y congelación.
A esto se suma otro peligro igualmente mortal: el espacio reducido y los mecanismos mecánicos del tren de aterrizaje. Al retraerse, este sistema puede aplastar al polizón, ya que el compartimento es extremadamente estrecho, en algunos casos más pequeño que el maletero de un automóvil.
Incluso si un polizón logra sobrevivir al impacto del mecanismo retráctil y a las condiciones extremas de oxígeno y temperatura, es probable que llegue inconsciente al momento del aterrizaje. Cuando el compartimento se abre a pocos miles de metros del suelo, la caída al vacío se convierte en una trágica posibilidad.

