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'Gerrymandering' se convierte en la palabra del verano en Estados Unidos

La palabra mezcla el nombre del gobernador de entonces en Massachussets, Elbridge Gerry, y la palabra salamandra (salamander).

Uno de los palabros políticos norteamericanos que a poco que te interese el país aprendes rápido es gerrymandering. ¿En qué consiste? Pues en que la mayoría legislativa de un estado diseñe los distritos electorales de tal modo que favorezca al partido. Como son elecciones mayoritarias y no proporcionales, el ganador de un distrito, aunque sea por un voto, es quien será congresista, senador, fiscal o el cargo que sea. De modo que sabiendo cómo se vota con bastante precisión en cada lugar, se pueden crear distritos con formas completamente absurdas, reuniendo gente que no tiene nada que ver entre sí y separándola de sus vecinos con quienes sí tienen intereses comunes, de modo que el resultado final sea lo más beneficioso posible para tu partido.

La palabra se la inventó un periódico de Boston en 1812, mezclando el nombre del gobernador de entonces en Massachussets, Elbridge Gerry, y la palabra salamandra (salamander) por la forma de uno de los distritos en los que se dividió el estado. Para que vean que esto viene de lejos y que ha sido práctica común de todos los partidos durante toda la historia de Estados Unidos. Sin embargo, como pasa con tantas cosas, como todo el mundo lo considera como una forma de alterar la democracia, es decir, algo malo malísimo, por la información que nos llega tendríamos que concluir que sólo hacen los republicanos. Y no, claro.

Lo podemos ver con el último episodio, que se ha convertido en el culebrón político de este verano en Estados Unidos. El gobernador de Texas, Greg Abbott, quizá el político que más ha hecho por reelegir a Trump –aunque esto sea otra historia que deba ser contada en otra ocasión– anunció que abría una sesión especial del legislativo para aprobar un cambio en los distritos electorales para las próximas elecciones a la Cámara de Representantes de 2026. Según las proyecciones, el cambio podría dar a los republicanos otros cinco congresistas frente al reparto actual, lo que podría ser clave en unas elecciones que se han decidido por márgenes muy pequeños en los últimos años. Naturalmente, a costa de que el estado sea menos representativo.

La reacción de los demócratas fue la de huir de Texas para evitar que haya quorum en una votación que están destinados a perder, algo que han hecho en otras ocasiones, también en otros estados, con mayor o menor fanfarria. El final será eventualmente el de siempre: acabarán regresando después de haber tenido cierto éxito en convertir sus reclamaciones en noticia nacional. Lo cual, dicho sea de paso, es la razón por la que los republicanos rara vez hacen lo mismo: los medios nunca les harían el caso que hacen a sus colegas.

Pero lo curioso es que los demócratas texanos se han ido a Illinois a hacerse los dignos, que es un estado que usa exactamente las mismas tácticas, pero para que haya más demócratas electos de los que corresponderían. Con el reparto actual, en las últimas elecciones los republicanos lograron en Texas un 58% del voto y un 66% de los escaños, una diferencia de ocho puntos. Con los cambios propuestos, suponiendo que todos recibieran exactamente los mismos votos, tendrían el 79% de los congresistas, una diferencia del 21%. Pero es que en Illinois los demócratas en 2025 lograron un 48% de los votos, pero un 82% de representantes, una diferencia ¡de 34 puntos!

Es decir, que para protestar por un cambio en los distritos electorales hecho para favorecer a los republicanos en Texas, se han ido a hacer el paripé a un estado donde los distritos electorales se trazaron para favorecer a los demócratas aún más exageradamente. Pero, por supuesto, esa no es la impresión con la que uno se queda al leer los titulares sobre lo que ha pasado en Texas.

La principal diferencia entre ambos estados, esencialmente, es que Illinois lleva haciendo esto mucho más tiempo y que el cambio en Texas supone una novedad. Unos dirán que los texanos hacían lo correcto, relativamente hablando, y otros que hacían el primo. Y todos tienen razón. Cuando se examina quién es más culpable de este pecado, si republicanos o demócratas, lo cierto es que la respuesta varía dependiendo de qué metodología utilices. Porque ambos son culpables. La posibilidad de hacer gerrymandering es una de esas prácticas peculiares y únicas del sistema norteamericano que todos condenan, pero que son perfectamente constitucionales y difíciles de erradicar. Además, al final lo que sucede es que, al hacer todos trampas, unas se cancelen a otras y el resultado final es sorprendentemente parecido al que daría el voto proporcional. Así que, por más que todos se quejen de todos, resulta que no es tan importante.

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