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Democracia en América

La insoportable levedad de McCain

A menos de seis meses para las presidenciales, y más allá de quién sea finalmente el candidato Demócrata, se hace difícil predecir el desenlace de noviembre. Con todo, lo que uno observa desde aquí no promete demasiadas cosas buenas para los Republicanos. Lo que conocemos como seguro es, por un lado, la incansable estrategia de los Demócratas para acabar con la derecha conservadora norteamericana, el único sector de la derecha que da aquí la batalla de las ideas y no muere en el oficialismo de salón. Por otro lado, conocemos la insoportable levedad de McCain, que al margen del título del libro de Kundera, alude aquí a la inconstancia de ánimo en su campaña y a la peligrosa ligereza con que McCain y el Partido Republicano están afrontando estas elecciones.
De lo primero, reconozcamos que el Partido Demócrata ha cocinado a su manera aquella original Declaración de la Independencia de EEUU. Tanto Obama como la Clinton sostienen como evidentes aquellos principios de 1776, pero en el fondo los guisan a su conveniencia: afirman que todos los hombres son creados iguales, pero a sus solas promueven que algunos sean especiales (Obama, por ser negro y la Clinton, por ser mujer); sostienen también que todos somos dotados por nuestro Creador de ciertos derechos inalienables, pero en su progresía mental lo aplican sólo a quienes entienden que dicho Creador sólo existe en su catecismo secular de escándalos o en los guiños a falsos santurrones como Wright o Ayers. También sostienen como verdad el inalienable derecho a la vida, aunque en la práctica se nieguen a conceder ese derecho a los cientos de miles de bebés indefensos en el vientre de su madre y todavía por nacer. Finalmente, aunque dicen defender lo de la libertad y la búsqueda de la felicidad, tales utopías las entienden sólo si se cocinan con una masiva subida de impuestos y la consiguiente creación de una masa ciudadana dependiente y victimizada.
De lo segundo, la insoportable levedad de McCain se comprueba en lo hecho en los últimos tres meses por este candidato: poco o nada, aparte de alienar a los conservadores y tocar el bombo con los cantamañanas del calentamiento global. Esa inconstancia de McCain contrasta con la incansable acción de los Demócratas, tal y como prueba la recaudación de más dinero y más votantes para las campañas Demócratas, en un ascenso que –aunque esperado por los ciclos electorales- se verifica también en el triunfo sobre los Republicanos en recientes elecciones especiales de plazas tradicionalmente ganadas por el GOP. La insoportable levedad de McCain es paradigma de la carencia de una verdadera maquinaria Republicana de ataque. Al enajenar a tantos conservadores, McCain y el Partido Republicano pierden fuerza porque es precisamente en esa base conservadora donde se hallan los mejores y más lúcidos activistas, comentaristas y asesores políticos. Esa es la maquinaria conservadora de supervivencia que necesita McCain si quiere ganar: la misma que gracias a grupos y verdades como las vertidas en 2004 por el "Swift Vote Veterans" –por ejemplo- logró desvelar la farsa de John F. Kerry hasta derrotarlo. Con Obama y con la Clinton, McCain necesita algo similar, pero se empeña en despreciar a su base.
No vale engañarse ante el expolio que generan las políticas de estos Demócratas de caviar y el peligroso y general absentismo de McCain. Mal harán éste y su partido en no dar la batalla en todos los frentes y con especial liderazgo de la base conservadora. Porque no cabe confiar en que las peleas entre la Clinton y Obama puedan servirle a McCain para ganar votos entre indecisos o independientes. Clinton ganará todavía varias primarias, como West Virginia, Kentucky y Puerto Rico y aguantará el tipo hasta que pueda. Pero Obama irá sumando apoyos, en honor a esa falsa condición mesiánica suya; podrá usar la raza cuanto quiera y cuando le convenga unirá fuerzas con quien sea -incluida la Clinton- contra McCain. Y cuando éste mencione con razón y verdad el apoyo expreso y público dado el pasado abril por el terrorismo de Hamás a la candidatura de Obama, éste quedará libre y puro para salir en la CNN para desprestigiar a McCain, para insinuar su vejez y hasta para afirmar que el caduco senador está perdiendo la orientación. Y no pasará nada porque Obama y su mujer Michelle tienen a su lado ya al grueso de los medios de comunicación… Y porque todos saben que McCain, a decir de él mismo y de su propia esposa Cindy McCain, no desea entrar en una campaña "sucia". Es esta levedad y tibieza de estos republicanos sólo de nombre como McCain lo que más preocupa. Mucho más que Obama, que la Clinton, o que los dos juntos.

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