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Democracia en América

Obama se la juega

El pufo de "estímulo" económico adobado por Obama y los Demócratas y la visión catastrófica que de su propio país continúa dando el nuevo Presidente de Estados Unidos a los cada vez más incrédulos ciudadanos (en eso consiste el "cambio") confirma el error de quienes creyeron ver en Obama a un político distinto. Su inesperado y nervioso discurso ante sus colegas de Partido el pasado jueves en Virginia delató al verdadero Obama: un tipo que necesitaba aprobar como fuera el plan económico intervencionista, pero que se la juega a una carta sin saber con seguridad si dicho plan tendrá efectos reales positivos para la ciudadanía.

Sus prisas por realizar actos propios de campaña electoral, como el celebrado este lunes en Indiana, confirman el nerviosismo del novato Presidente, especialmente tras un inicio lleno de tropiezos con las nominaciones. Al atacar a cuantos se oponen educadamente y con razones a aprobar lo que es ya el mayor paquete intervencionista del sector privado por parte del Gobierno de Estados Unidos en toda su historia, Obama se fue mostrando cada vez más impaciente y agitado. El paquete se aprobará gracias a las mayorías Demócratas en el Congreso y al consentimiento de solamente tres senadores del idiotizado republicanismo centrista.

Pero a Obama le molesta que dicho paquete se apruebe esta semana fundamentalmente con votos Demócratas. Por eso, la conferencia de prensa que acaba de dar Obama en la Casa Blanca este mismo lunes noche aquí (madrugada de martes en España) no ha sido más que otro esfuerzo por convencer a la opinión pública. Obama pone así toda la carne en el asador en esta "inversión directa" de capital, eufemismo para lo que no es más que un gigantesco intervencionismo estatal en la economía. De momento, sabemos ya que las tres intervenciones anteriores, bajo Bush-Paulson, resultaron un fracaso. Obama sabe que su futuro dependerá del éxito de esta intervención económica. De ahí su insistencia.

El jueves pasado Obama ironizó contra la anterior Administración y contra la única cadena televisiva -la FOX- que cuestiona abiertamente la locura de este plan. Sus palabras del pasado jueves en Virginia no eran siquiera las que debía pronunciar siguiendo el teleprómpter de turno, sino monólogos poco medidos y menos reflexionados. Esa actitud arrogante la repitió al día siguiente calificando de irresponsables a los senadores que disentían con su paquete económico. El lunes en Indiana volvió a señalar con el dedo a otro presentador de radio, conservador también, en esa caza de brujas tan propia del populismo al que ya se ha aferrado definitivamente Obama. Por la noche, la "rueda de prensa" en la Casa Blanca ha sido una serie de mini-discursos al hilo de facilonas preguntas por parte de unos periodistas mayormente en el tanque obamita.

La rueda de prensa calma un poco las cosas en apariencia porque, en apenas tres semanas de presidencia, Obama ha dado ya varios tropezones. Este paquete económico ha sido la primera acción que ha querido tomar Obama, y lo ha hecho -pese a lo que él diga- de manera sectaria y conchabado con Pelosi-Reid, dejando de lado a los Republicanos y sus sugerencias de buscar mayor recorte fiscal y menos gasto. Al actuar tan sectariamente, Obama se encontró con la realidad de que no es lo mismo pasearse en traje haciendo campaña y dando discursos que gobernar y liderar. Su reacción fue atacar a cuantos disentían de su propuesta económica y que representan ya a más de la mitad de la opinión pública general, según las encuestas. Por eso Obama se puso nervioso… se frustró, se fue a Virginia con los que sabía que no le iban a llevar la contraria, luego se fue a Camp David a descansar y volvió luego a vender su mercancía por Indiana y ya después en el ala este de la Casa Blanca.

Y es que Obama nunca ha tenido oponentes en su carrera profesional, ni tampoco ha liderado nada. Todas las situaciones de su anterior carrera profesional o política no encontraron nunca oposición alguna. Como editor del Harvard Law Review, Obama estuvo rodeado de estudiantes y profesores con idénticas ideas; como organizador social en un barrio de Chicago empobrecido por los Demócratas, pululó hasta que se subió -usando su raza y su sonrisa- a la maquinaria mafiosa de la política de Chicago. Llegó a ser senador en Illinois -rodeado de políticos Demócratas en un estado ampliamente Demócrata- y tras ganar unas elecciones sin oposición alguna al boicotear la campaña de su oponente con trapos sucios. Como senador en Illinois, Obama votaba "presente" la mayoría de las veces y hacía lo que el aparato del Partido le mandaba. De ahí, saltó con apoyos al Senado de los Estados Unidos, sin oposición real tampoco. Allí en Washington pasó unos cuantos meses, sin patrocinar ninguna iniciativa o proyecto de ley importante.

El resto ya lo conocen nuestros lectores: campaña de primarias derrotando primero a una Hillary Clinton devaluada y poco querida en su propio Partido; campaña presidencial, derrotando a un John McCain poco o nada respaldado por su base electoral conservadora. La campaña, hoy ya lo sabemos, fue puro marketing, igual que su figura. Ahora Obama llega a la Casa Blanca, y en cuanto ha tenido que luchar un poco para pasar este desastre de paquete económico, a la que encuentra una mínima oposición o un grupo disidente, la careta del Obama tranquilo y comedido se cae para mostrar su verdadero rostro. Por eso escribimos hace dos semanas de que con Obama la Izquierda había aterrizado en la Casa Blanca. Revisen despacio, si no lo creen, el gasto que se halla en el paquete de "estímulo" económico de Obama y lo confirmarán.

Aquí en "Democracia de América" algunos -incluidos los lectores que agudamente han ido dejando sus comentarios- hemos venido ya advirtiendo de que la elección de Obama fue más el resultado de una reacción emocional (supuesto cambio, supuesta esperanza…) que de una reflexión racional (falta de experiencia, carencia de datos sobre sus posiciones políticas…). Henry Clay les explicó el pasado viernes con gran acierto las primeras andanzas del nuevo mandamás populista. Ese mismo día, Charles Krauthammer firmaba una excelente columna titulada "So Much for Hope Over Fear" donde anunciaba el fin del misterio mágico de la milagrosa campaña presidencial de Obama. El lector puede leer esa excelente columna en español en Diario de América y comprobar que, como bien dice Krauthammer, los norteamericanos sólo hemos necesitado dos semanas y media para ver al verdadero Obama: el político que ha empezado ya a incumplir sus promesas de cambio y la farsa del nuevo "tono" ético para Washington en su Administración.

Cierto es que Obama cuenta todavía con una sustancial aprobación popular, goza de mayorías en las dos cámaras del Congreso y puede hacer y deshacer casi a su antojo, como ha hecho con este vergonzoso paquete económico. Y aun así, a la más mínima crítica el Señor Presidente se nos puso nervioso. Para volver a la calma -aparente- ha tenido que desplegar a la primera de cambio todos los medios a su alcance: la charla en el retiro de Virginia, el "town hall" en Indiana, el Air Force One y la rueda de prensa del lunes noche. Basta imaginar lo que ocurrirá cuando en unos meses Obama encuentre todavía más oposición a la hora de aprobar leyes como la de la socialización de la salud o la reforma migratoria. Y tras el 2010, ¿qué ocurrirá si los Demócratas pierden escaños en el Senado y en el Congreso? ¿Y qué pasará si -como pensamos- el dichoso paquete económico no funciona? Lo veremos.

Y en medio de todo esto, los linces del Partido Popular en Madrid pululan encantados con que su particular Alicia siga por Barcelona soñando con Obama… Alicia en el País de las Bara(ck)villas.

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