
El papa Francisco, de 87 años, optó por no leer la homilía preparada para la misa del Domingo de Ramos, la ceremonia que da inicio a los ritos de la Semana Santa. A pesar de que la plaza San Pedro se encontraba abarrotada con más de 60.000 fieles, el pontífice mostró una voz cansada al inicio de la ceremonia.
Tras la lectura del Evangelio, se produjo un prolongado silencio que sorprendió a todos los presentes, pasando posteriormente al rezo del Credo. La decisión del papa de omitir la homilía, según fuentes vaticanas, se debió a su deseo de permitir un tiempo de reflexión personal. Esta acción, poco habitual en una celebración tan significativa, se suma a los problemas de salud que ha enfrentado el papa Francisco en las últimas semanas. A principios de marzo, una gripe lo afectó, impidiéndole leer en varias ocasiones debido a su fatiga al enfrentar discursos extensos.
No es la primera vez que el papa evita leer textos preparados. Durante la audiencia general del pasado miércoles, un colaborador tomó su lugar para la catequesis, mientras Francisco declaraba: "Todavía no puedo", haciendo referencia a sus problemas respiratorios.
El Vaticano, en esta ocasión, no ofreció una explicación inmediata sobre la omisión de la homilía. Sin embargo, tras la misa, el papa Francisco llevó a cabo el rezo semanal del Ángelus, manteniendo sus habituales llamamientos y mensajes.
La plaza San Pedro se vistió de fiesta con las ramas de olivo y palmas que los fieles y miembros de la Curia llevaron en procesión, conmemorando la entrada triunfal de Jesús de Nazaret en Jerusalén. Previamente a la misa, se realizó la bendición de las ramas junto al obelisco central de la plaza. El rito continuó en el interior de la basílica, con la participación de 30 cardenales, 25 obispos y 350 sacerdotes, en uno de los rituales más antiguos del catolicismo, que se remonta al siglo IV.
Para encontrar en la historia de la Iglesia reciente otro momento en el que un Papa no haya pronunciado la homilía del Domingo de Ramos, hay que remontarse a marzo del 2005, cuando Juan Pablo II no pudo celebrar la misa del Domingo de Ramos por sus problemas de salud, si bien ese día se asomó a la ventana de su estudio en el Vaticano.
