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BSW, la extrema izquierda prorrusa y antiinmigración que puede dar la sorpresa en Alemania

El BSW, con sólo un año de vida, carga contra las políticas verdes y exhibe sus simpatías por Rusia.

El BSW, con sólo un año de vida, carga contra las políticas verdes y exhibe sus simpatías por Rusia.
Sahra Wagenknecht en la presentación de la campaña para las elecciones. | EFE

Hace un año, la diputada de Die Linke Sahra Wagenknecht acaparó los titulares políticos alemanes tras el anuncio de su ruptura con su partido para fundar un nuevo: la Alianza Sahra Wagenknecht (Bundnis Sahra Wagenknecht, BSW). En su día, Wagenknecht alegó que daba el paso para combatir al "peor gobierno de la historia de Alemania" dando una opción a los ciudadanos cada vez más desencantados de los políticos y el sistema. Wagenknecht se apresuró a distanciarse aún más de los pilares de su hasta entonces izquierda, como las políticas verdes o la ideología de género para presentarse líder de una izquierda que sólo quería "mejorar" la vida de los trabajadores. Y apuntó que su partido sería una opción para aquellos votantes decepcionados que se están planteando un voto antisistema para la derechista Alternativa para Alemania. Ellos serían, dijo, una alternativa "seria" para ese desencanto.

En efecto, hay puntos, y no menores, que asemejan al partido de Wagenknecht con la extrema derecha alemana. Por un lado, la inmigración: a falta de que la comunista publique la letra pequeña de su programa, cuyas líneas generales presentó esta semana, propugna un endurecimiento de las leyes de inmigración y de asilo acabando con las políticas de puertas abiertas. Por otro, las políticas verdes: Wagenknecht propone enterrar para siempre la ley de calefacción que intentó aprobar Robert Habeck y que levantó ampollas en el país al pretender imponer con unos plazos muy breves la bomba de calor frente a las calderas convencionales. Además, en plena escalada de la crisis de la poderosa industria automovilística alemana, la comunista también está en contra de la prohibición de vender coches con motor de combustión en 2035. En cuanto a la UE, aboga por detener la incorporación de más socios.

Pero quizás la semejanza más inquietante sea su abierta postura prorrusa: con los precios de la energía disparados y mientras la AfD propugna un acercamiento al régimen de Putin hasta el punto de pretender volver a abrir los gasoductos hacia Alemania, el BSW también añora el gas barato ruso y aboga por acabar con las sanciones por el cese de los envíos de armas a Kiev y reclama un "proceso de paz" que en la práctica implica la rendición de Ucrania.

Wagenknecht alega que rechaza el uso de la fuerza, evitando mencionar quién es el agresor y cargando contra Estados Unidos, un mensaje que este mismo viernes repetía su marido e histórico dirigente de la izquierda alemana, Oskar Lafontaine, en una entrevista. Quien fuera ministro con Gerhard Schröder y fundador de Die Linke, heredero del partido comunista, apunta desde su actual "segunda línea" en el BSW que Ucrania es un país "dominado por una oligarquía corrupta", no un país "verdaderamente independiente" y carga contra la posición de la OTAN y Estados Unidos mientras reclama una paz para que también "deje de haber muertos en Rusia".

De hazaña en hazaña en su año de vida

Con la fundación de su nuevo partido, Wagenknecht, nacida hace 55 años en Jena, en la antigua RDA, desató la ira de sus excompañeros, que la tacharon de "egoísta" tras meses de desencuentros. Los procesos electorales siguientes han demostrado que BSW está fagocitando a su ex partido, que según los últimos sondeos se quedará fuera del Parlamento. Mientras, las encuestas le dan a la formación de Wagenknecht al menos un 5 por ciento de los votos, la barrera para lograr entrar en el Bundestag. En las europeas, obtuvieron más del 6 por ciento y se han colocado como tercera fuerza en las regionales de Sajonia, Brandenburgo y Turingia. En estos dos últimos, han entrado en las coaliciones de gobierno.

En cuanto al resto de sus promesas electorales, el partido aboga por multiplicar las inversiones públicas, un seguro médico cien por cien público, congelar los alquileres en determinadas zonas hasta 2030, pensiones mínimas de 1500 euros y una subida del salario mínimo de 15 euros brutos por hora.

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