El ataque, que afectó a diez vehículos y a un edificio de viviendas, ha sembrado el caos en la ciudad ucraniana. Valentyna Lidovska, una mujer de 81 años desplazada dentro del país, fue vista recogiendo los restos de los cristales de las ventanas rotas por la onda expansiva, lamentando la pérdida de otra casa de su familia destruida por las bombas rusas.
Este ataque se enmarca dentro de una intensificación de las ofensivas rusas en los últimos meses, que, aunque inicialmente se centraban en el sector eléctrico de Ucrania, ahora también apuntan a instalaciones de almacenamiento y yacimientos de gas. La población civil sigue siendo una de las principales víctimas de la violencia indiscriminada de las fuerzas rusas, mientras la comunidad internacional condena estos actos de agresión y la continua destrucción de infraestructuras esenciales para Ucrania.