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Israel contra Hezbolá: la guerra total que arrasaría Líbano y nadie quiere, pero casi todos ven inevitable

Tras el 7-O muchos han asegurado que, además de la guerra con Hamás habrá ot,ra con Hezbolá. Recorremos Israel para saber qué dicen los expertos.

Tras el 7-O muchos han asegurado que, además de la guerra con Hamás habrá ot,ra con Hezbolá. Recorremos Israel para saber qué dicen los expertos.
Bombardeos israelíes en el sur del Líbano. | Cordon Press / CHINE NOUVELLE/SIPA/2402080851

Desde el atentado del pasado 7 de octubre en el sur de Israel, el norte del país vive también en un estado cuando menos prebélico: los intercambios de artillería con Hezbolá son diarios y nada más y nada menos que 70.000 israelíes están desplazados fuera de sus hogares junto a la frontera con el Líbano, que se ha convertido en un territorio fantasma.

La situación, inédita en la historia de Israel, se hace aún más grave porque en el sur del país pasa algo parecido, aunque allí el número de desplazados es todavía mayor: unas 80.000 personas viven como refugiados en su propio país para alejarse de la hoy por hoy todavía no suficientemente segura frontera con Gaza.

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Sin embargo, mientras en el sur hay una expectativa de que antes o después termine la guerra con Hamás y la gente pueda retornar a sus hogares –otro asunto muy diferente es que todos quieran hacerlo– en el norte el horizonte a largo plazo es mucho más complicado.

Lo comprobamos en primera persona en un viaje de prensa a Israel organizado por la asociación EIPA en el que visitamos el kibutz Matzuva, que literalmente está a tiro de las lanzaderas anticarro de Hezbolá: una siniestra señal junto a la carretera indica la zona que alcanzan los disparos de la organización chiita.

¿Empujar a Hezbolá al norte del Litani?

Allí, con la frontera del Líbano de fondo e instrucciones repetidas en varias ocasiones sobre cómo actuar si sonaba la alarma, el alcalde del Consejo Regional Mateh Asher, Moshe Davidovich, nos dice que "hay que empujar a Hezbolá al norte del río Litani" porque en caso contrario "nuestros ciudadanos no volverán a sus casas".

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La frontera entre Israel y el Líbano | C.Jordá

Como el propio Davidovich nos recuerda, ese pequeño río libanés tiene una importancia fundamental en toda esta historia: la Resolución 1701 de la ONU lo señalaba como el límite de la presencia de Hezbolá y de hecho una misión de Cascos Azules –en la que participa España– debía desarmar a Hezbolá en la zona e impedir que actuase más cerca de Israel, cosa que por supuesto la ONU se ha demostrado incapaz de hacer.

El alcalde Davidovich se muestra, además, convencido de que es posible alcanzar ese objetivo sin llegar a una guerra total con Hezbolá en la que arda todo al norte de la frontera y, además, suponga que decenas de miles de cohetes caigan sobre Israel: "No soy el ministro de Defensa o el primer ministro –se explica– pero la decisión de parar en el río Litani es nuestra y se debe a dos razones, la primera de carácter práctico, porque con eso es suficiente, y la segunda porque no queremos destruir todo el Líbano, no queremos destruir Beirut, no queremos hacerlo, sólo queremos una vida pacífica".

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Moshe Davidovich | C.Jordá

Una lluvia más pacífica que la de los cohetes de Hamás lleva a que el resto del encuentro se desarrolle en la estancia cubierta más grande del kibutz: un búnker al que el propio Davidovich se refiriere como la war room: "En una guerra toda la seguridad de Mateh Asher se gestiona desde aquí".

Allí, con el chisporroteo de una emisora de radio de fondo y entre mapas que nos prohíben fotografiar escuchamos a Kobi Marom, un coronel retirado de las IDF (las Fuerzas de Defensa de Israel, por sus siglas en inglés) que explica, para empezar, que tanto Hamás como Hezbolá como "las milicias chiitas en Siria" sólo son proxys de Irán, en una estrategia que "ha sido muy exitosa" para los ayatolás.

Para empezar Marom asegura que "el peligro potencial del frente en el norte es mucho mayor que el del sur", pero al mismo tiempo insiste en la idea que había expresado antes Davidovich: "Tenemos que decir con toda claridad que nuestro objetivo es devolver a Hezbolá a la línea del Litani", señalando además que en su opinión Israel no va "a empezar una guerra total con Hezbolá porque no es fácil hacerlo después de seis meses de guerra en el sur" y porque, vuelve a decir, el objetivo debía ser muy claro: ganar el suficiente terreno para que los 70.000 evacuados puedan volver a sus hogares.

Pero aun así, advierte de que por mucho que Israel deje claro que sus objetivos son limitados, el conflicto podría "escalar en una guerra total" y ese sería un escenario terrible: "Lanzarían unos 4.000 cohetes al día a territorio israelí y no podemos bloquearlos todos, eso significa que unos quinientos caerían en ciudades como Tel Aviv y otras del centro de Israel".

Razones para que no haya guerra

Justo cuando escribo estas líneas, Hezbolá ha lanzado una salva de una treintena de cohetes sobre Kiryat Shmona, una ciudad del norte de Israel, matando a un civil de 25 años. Es un ejemplo perfecto de lo frágil que es esta guerra de desgaste y nivel bajo que en este momento mantienen la banda chiita e Israel: ¿qué pasaría si en lugar de sobre la casa de ese hombre adulto el cohete hubiese caído, por ejemplo, sobre un autobús escolar?

Sin embargo, según Marom la mayoría no desea esa guerra: "En el Líbano, mucha gente incluso dentro de las comunidades chiitas que apoyan a Hezbolá les están diciendo que no les metan en un lío con Israel", nos dice, porque "ya tienen una situación económica malísima y una crisis política muy fuerte".

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Kobi Marom, coronel retirado de las IDF | C.Jordá

Y no son los únicos: "Los iraníes tampoco quieren una guerra total porque saben que perderían mucha de las capacidades que tienen en el Líbano". Pone el ejemplo de los 150.000 cohetes que se supone que tiene Hezbolá: "En caso de guerra Israel destruiría muchos y quieren tenerlos para usarlos si hay un ataque israelí al programa nuclear de Irán".

Por supuesto, "la administración Biden tampoco está interesada en una guerra total", asegura, explicando que en pleno año electoral para el presidente americano no es el mejor momento "en el que lidiar con una guerra regional en Oriente Medio".

Así que si ni Israel, el Líbano, Irán o Estados Unidos quieren una guerra lo lógico es "aprovechar cuando haya un alto al fuego y negociar un acuerdo con Hezbolá que pueda prevenirla" y, por supuesto, que lleve a los terroristas al norte del Litani y a cambio incluya "límites a las actividades de Israel" más allá de su frontera.

Le pregunto si es posible que Hezbolá firme un acuerdo como ese y su repuesta es que cree "que el régimen iraní puede empujarles a hacerlo", pero "si eso no funciona Israel debe tener sus divisiones aquí en la línea de frente y preparadas por si hay que ir a la guerra, porque no hay otra opción: o Hezbolá se retira al menos a la línea del Litani o 70.000 israelíes no podrán volver a sus hogares".

"Es muy difícil llegar a un acuerdo con una banda terrorista"

A sólo unos pocos kilómetros un poco más al sur y en otro kibutz prácticamente vacío llamado Cabri, el teniente coronel Dolan, que pide que no usemos su apellido, se nos presenta embutido en una equipación completa –hasta le cuelga de una parte del traje un rollo de cinta adhesiva– y nos cuenta que es un reservista y hace sólo unos meses estaba trabajando en su propia empresa.

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El teniente coronel Dolan | C.Jordá

"Vivo en un kibutz a seis kilómetros de aquí y desde el 7 de octubre yo sigo en casa pero mi familia se ha ido" nos cuenta en su inglés con un fuerte acento israelí, describiendo cómo el ejército israelí se desplegó con rapidez tras el atentado de Hamás para impedir que algo similar pudiese ocurrir en la frontera norte. "Y entonces, sin que nosotros disparásemos ni entrásemos en territorio libanés, empezaron a dispararnos".

El coronel Dolan nos explica las armas que usa Hezbolá para atacar Israel: misiles antitanque, "muchos de fabricación rusa y otros iraníes", drones de mayor tamaño que cargan de explosivos y otros más pequeños "sobre todo para tareas de reconocimiento, pero también como drones suicidas". Asimismo, se han encontrado con "pequeños grupos de terroristas que han tratado de cruzar la frontera" y que normalmente han sido neutralizados justo antes o después de hacerlo.

También habló de sus "muy muy estrictas" reglas de enfrentamiento y de que su misión "es defender el norte de Israel, no provocar una guerra o penetrar en el Líbano", una actitud pasiva que nos confesaba que está "en contra del ADN de la IDF, que es tener la iniciativa, pero esa es nuestra misión y es lo que hacemos".

Y sobre la necesidad de desatar una guerra para que los refugiados vuelvan a sus hogares dijo que "hay dos formas de solucionar esto: ir a la guerra y ocuparnos de Hezbolá, pero como todo el mundo sabe cuando vas a una guerra sabes cómo empiezas, pero no cómo acabas".

Su segunda opción es la misma que nos comentaba un rato antes Kobi Marom: "Llegar de alguna forma a un acuerdo, lo que pasa es que es muy complicado llegar a acuerdos con una banda terrorista que todos los días le dice a todo el mundo que quiere destruir Israel". Además, propone una tercera vía: "Un acuerdo a través de un tercero con el que las dos partes podamos confiar".

¿Qué fuerza tiene Hezbolá?

Una de las respuestas más interesantes de Dolan fue cuando resumió en unas pinceladas la fuerza militar con la que el ejército israelí cree que cuenta Hezbolá: "Tienen entre 20.000 y 30.000 hombres de los que entre 5.000 y 7.000 pueden ser considerados fuerzas especiales", asegura, entre otras razones porque han tenido un gran entrenamiento al intervenir en la guerra civil en Siria.

En su arsenal se pueden encontrar "cohetes, misiles antitanque y drones" y están "tratando de lograr cohetes de alta precisión que serían una amenaza mayor".

El militar israelí destaca otros rasgos de su oponente que lo hacen más peligroso: "Es una organización ágil, que aprende rápido y que conoce muy bien el territorio en el sur del Líbano" y, por último, nos recuerda lo peligroso que es "un ejército terrorista que no tiene que seguir las reglas" convencionales de la guerra.

Hezbolá, "el mayor reto" de Israel

Uno de los personajes más beligerantes que encontramos en nuestro viaje fue Amihai Chikly, ministro de la Diáspora y la Lucha contra el Antisemitismo y una especie de estrella emergente del Likud, el partido de Netanyahu, conocido por hablar sin pelos en la lengua y con una retórica contundente.

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Amihai Chikli, ministro de Israel | C.Jordá

En un encuentro en Jerusalén empieza por señalar con rotundidad que Hezbolá es "el mayor reto en este momento" para Israel y que no piensa que la organización chií "vaya a evacuar voluntariamente la región al sur del río Litani", así que el ejército tendrá que estar preparado para el siguiente movimiento, que será "empujarles lejos de nuestra frontera".

Le pregunto si todo el gabinete compartía esa idea de la guerra como algo inevitable, pero elude responder y prefiere explicar cómo las dilaciones políticas que se están viviendo en la lucha en la frontera sur de Israel tienen consecuencias en el norte: "Si hubiésemos tenido el suficiente apoyo político de la comunidad internacional y especialmente de los Estados Unidos habríamos sido más rápidos y decisivos en Gaza y eso quizá habría evitado la guerra en el norte".

También quiere dejar muy claro que para él la gran amenaza es Irán y la expansión de su influencia en Oriente Medio está siendo un desastre ya no para Israel, sino para todo Occidente. Por esta razón reclama a las grandes potencias, "Estados Unidos y la Unión Europea", que "empoderen a los Emiratos, los actuales líderes de Egipto, Arabia Saudí y las fuerzas moderadas en los países musulmanes para trabajar con Israel y cambiar la realidad de esta región".

¿El Líbano "como Beit Hanoun"?

En un hotel en Tel Aviv más lejos de la problemática frontera norte, Zohar Palti, que fue jefe del comité político-militar del Ministerio de Defensa y del directorio de inteligencia del Mossad incidía en lo que muchos nos habían dicho ya: ni Israel, ni Hezbolá, ni Irán tienen realmente interés en desatar una guerra, pero aún así "cualquier error de cálculo puede llevarnos a ella".

Desde su punto de vista, de hecho, hay "altas probabilidades" de que Israel tenga que intervenir "a gran escala en Líbano, ojalá no". Una intervención para la que introduce un elemento interesante: "Nuestra fuerza aérea sólo ha usado un 5 por ciento de su capacidad en Líbano" y, eso sí, advierte del nivel de destrucción que puede acarrear incrementar ese porcentaje: "Si tenemos que intervenir, el Líbano acabará como Beit Hanoun", la ciudad del norte de Gaza que ha quedado destruida por la actual guerra.

"En la guerra la otra parte también vota"

El último experto con el que hablamos en nuestro viaje del posible conflicto es con el General de brigada Eran Ortal, que fue comandante del Dado Center, una especie de think tank de las IDF para mejorar las capacidades estratégicas de los altos mandos del ejército.

Ortal fue muy crítico con el planteamiento estratégico israelí de los últimos años que, en su opinión, ha sido responsable del crecimiento tanto de Hamás como de Hezbolá, mientras las IDF no se adaptaban a las nuevas formas de hacer la guerra y, sobre todo, al reto que suponen los cohetes.

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Eran Ortal, General de brigada retirado | C.Jordá

En cuanto al Líbano, aseguraba que la primera opción de Israel es "tener otra guerra total, lo que significa que tendremos que hacer allí lo que hemos hecho en Gaza, en una superficie mucho mayor, con la población mucho más dispersa y contra una fuerza militar mucho más fuerte que Hamás", dijo. "Se podría hacer inmediatamente –continuó su explicación– al menos teóricamente, pero no creo que sea una buena idea".

La segunda opción, de la que tantos nos hablaron, para él no es real: "Entrar en el Líbano y empujarles más allá del Litani", pero aquí vuelve a usar la frase que ya habíamos oído antes: "En la guerra la otra parte también vota, así que esa idea de una ‘media guerra’ no es realista: Hezbolá pondrá todo lo que tengan y será devastadora".

La tercera opción era una idea más original: "Esperar que la guerra de desgaste actual acabe terminando de forma natural y prepararnos adecuadamente, completar la modernización que ya hemos empezado y estar listos para una guerra corta y muy agresiva, centrada en eliminar las capacidades de nuestro oponente". Un conflicto que también podría "ser devastador para el Líbano pero cuyo objetivo sería acabar con la amenaza que ahora tenemos en nuestra frontera". Una estrategia que no se basaría tanto en alejar a Hezbolá como en destruir su capacidad para desarrollar el tipo de guerra para el que ellos están preparados, especialmente su arsenal de cohetes.

Le pregunto cuánto tiempo necesitaría Israel para ese proceso de modernización y la respuesta es que dos años, así que vayan marcando el 2026 en su calendario, si es que no hay antes uno de esos "errores de cálculo" que pueden hacer estallar esta guerra que nadie parece querer luchar, pero que, por desgracia, nadie parece capaz de evitar.

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