
En los últimos días las imágenes de niños de Gaza famélicos han llegado a los medios internacionales: fotografías que nos recordaban las hambrunas de países africanos y que, por supuesto, eran usadas para atacar a un Israel que, citamos la frase que muchos vienen usando, "está usando el hambre como arma de guerra".
Lo cierto es que, para cualquiera que conozca la inmensa fábrica de mentiras que es la propaganda palestina, el asunto resultaba bastante sospechoso, dados los precedentes. Además, incluso aceptando la narrativa de los medios, resultaba difícil de creer que en sólo unos meses, el tiempo en el que Israel ha cambiado el sistema para que lleguen alimentos al interior de la Franja, unos niños pudieran tener ese aspecto propio de años de hambre.

Aun así, la historia y las imágenes llegaron a buena parte de la prensa internacional, incluso a la portada de New York Times y, por supuesto, a la española: este mismo domingo El País publicaba un largo reportaje al respecto con una de las imágenes dramáticas de un niño verdaderamente en los huesos, fotografía que por cierto ha sido distribuida por la agencia pública española de noticias, EFE.
El periódico de Prisa, sin embargo, usaba la imagen de otro niño en sus portadas –de papel y de internet– que, por alguna razón, no puede verse en el artículo.
La cruda realidad
Sin embargo, tal y como ha ocurrido en tantas ocasiones, la verdad ha acabado saliendo a la luz y las fotografías de ese pequeño gazatí arrasado por el hambre que causa Israel han resultado ser las de un niño con una grave enfermedad que está siendo usado de forma repugnante por la maquinaria de propaganda de Hamás… y los periodistas occidentales.
Tal y como explica el periodista británico-israelí David Collier en un artículo en su propio blog, Mohammed al-Mutawaaq en realidad sufre parálisis cerebral provocada por un grave desorden genético y padece hipoxemia, es decir, un bajo nivel de oxígeno en la sangre.
El problema de Mohammed ha causado que prácticamente desde su nacimiento haya necesitado de complementos nutricionales, como demuestra un informe médico que se ha realizado en la propia Gaza en mayo de este mismo año.
La madre ha participado incluso en entrevistas con medios internacionales y, efectivamente, es viuda. Pero ni mucho menos porque su marido haya muerto a manos de Israel cuando trataba de conseguir comida –lo que completaba muy bien la historia de la maldad israelí cebándose con una familia desgraciada—. Siempre según Collier, que muestra un certificado de defunción, murió en octubre de 2024 en una calle de Jabaliya en la que Israel admitía haber hecho bombardeos selectivos y en la que Hamás presumía de la intensa actividad de terroristas de su organización.
Lo cierto es que la situación de vulnerabilidad de la familia parece cierta –de hecho, no hay duda de que se están aprovechando de ella–. Sin embargo, en otra imagen del niño en la que se ve a la propia madre y otro de sus hijos estos parecen perfectamente alimentados. El propio Collier la publicaba en X.
Let me just start with other images the media chose not to use. Photographs of Mohammed with his 3-year-old brother Joud. Both mother and brother are healthy and fed.
Any honest journalist should have immediately questioned – and reported - what we were actually seeing. 3/13 pic.twitter.com/FaUsVFsqb2
— David Collier (@mishtal) July 27, 2025
Por supuesto, esto no quiere decir que no haya hambre en Gaza y que el acceso a la ayuda humanitaria no esté resultando muy complicado para muchos, pero también hay que ver las verdaderas razones y la principal es una: Hamás está haciéndose con buena parte de ella de forma violenta porque necesita controlarla para seguir teniendo el poder sobre los palestinos de la Franja.
Eso, por supuesto, sin olvidar no sólo que Hamás es el único culpable de esta guerra por su brutal ataque del 7 de octubre contra civiles, ancianos, mujeres y niños, sino que los terroristas también son culpables de que siga en marcha: podrían poner fin al conflicto en cualquier momento rindiéndose y devolviendo a los rehenes que aún se mantengan con vida y los cadáveres de los fallecidos. Por el contrario, esta misma semana Hamás ha rechazado un acuerdo de tregua con Israel.
Si quisiesen salvarían a su pueblo de más muerte y destrucción, pero es que a Hamás no le importan nada los palestinos… y por desgracia a los periodistas occidentales tampoco.

