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Alemania debate si resucita sus centrales nucleares "de platino" mientras España se queda sola

Las conversaciones para formar gobierno incluyen la posibilidad de reencender varias centrales nucleares. El debate deja a España sola.

Las conversaciones para formar gobierno incluyen la posibilidad de reencender varias centrales nucleares. El debate deja a España sola.
Central nuclear de Brokdorf, clausurada en 2021. | Flickr/CC/Stefan Jürgensen

Alemania apagó sus últimas tres centrales nucleares en abril de 2023, en plena crisis energética por la guerra de Ucrania. Los Verdes, tras un enconado debate en el Gobierno, lograron una victoria que formaba parte del ADN de su partido en medio de otra trifulca del entonces gobierno tripartito, que acataba el apagón nuclear en el peor momento posible. Dos años después, y tras la victoria electoral de la derecha, el debate vuelve pero en sentido contrario: el futuro canciller, Friedrich Merz, prometió el día después de los comicios detener los desmantelamientos y ahora el asunto está sobre la mesa de las negociaciones de la gran coalición, según han confirmado varios medios.

La cuestión de la energía nuclear aparece en el documento que debaten CDU y SPD sobre energía y políticas verdes. Entre los puntos de fricción entre los dos partidos estarían, además de los números sobre la "descarbonización", la expansión de las renovables (con una oposición social creciente) y la espinosa Ley de Calefacción, que la CDU quiere enterrar definitivamente, la energía nuclear. Los conservadores quieren que el pacto recoja el compromiso de que organismos independientes revisen si es posible volver a encender las últimas centrales nucleares apagadas y explorar si es posible un acuerdo con las empresas energéticas para ponerlas en marcha. El documento señala que se analizará si la reapertura tendría un "coste técnico y financiero razonable". Los socialistas, responsables de últimas clausuras aunque en realidad el plan partió de una decisión de Angela Merkel, se resisten.

Las intenciones de Merz, ya planteadas en campaña, han prendido el debate sobre la cuestión del cierre (cuyos motivos han sido motivo de una investigación en el Bundestag) y sobre si el país está a tiempo de una marcha atrás. Varias empresas han lanzado el mensaje a través de los medios de que podría ser posible: hace unas semanas, el director de la empresa de servicios nucleares Nukem, Thomas Seipolt, aseguró al diario Bild que podía ser económicamente viable reabrir los seis últimos reactores (los apagados entre 2021 y 2023) e incluso dio la fecha de 2030 para augurar el retorno de Alemania a la energía nuclear. Señaló que para ello hacía falta iniciativa política y revertir de inmediato todas las medidas encaminadas al desmantelamiento.

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El último reactor de la central de Gundremmingen se apagó en 2021.

En la misma línea, un reportaje del diario Welt apuntó este fin de semana a la viabilidad económica de la reapertura de los seis últimos reactores, haciéndose eco de un comunicado de empresas de servicios nucleares que habrían planteado su viabilidad técnica, dando también la fecha de 2030. Entre las empresas citadas estarían Framatome, Westinghouse y Urenco. La empresa francesa señaló que su conocimiento de las plantas alemanas permitiría acometer "los pasos necesarios para un encendido seguro" de los reactores. Desde Westinghouse Germany, apuntaron que la reapertura sería viable técnicamente antes de 2030 y que la compañía puede suministrar las piezas y servicios necesarios. Mientras, Urenco, fabricante de elementos combustibles, apuntó que sería "fácil" suministrar combustible nuclear para el encendido de los reactores.

Escepticismo entre las propietarias

La seguridad y la viabilidad técnica no serían los grandes escollos para la reapertura, sino la disposición de las propietarias: meses atrás, las grandes eléctricas han manifestado sus dudas y su escasa disposición a acometer esta decisión. Durante la campaña, el director de E.ON, Leonard Birnbaum, se mostró radicalmente en contra de paralizar los desmantelamientos: confesó que no les "gustaba absolutamente nada" la moratoria propuesta por Merz y que estaba en contra de "retrasos políticos" en las obras. Avisó de que el debate pudo haber sido adecuado en 2016, "pero no en 2025".

E.ON es la matriz de Preussen Elektra, propietaria de Isar 2, uno de las tres últimas centrales alemanas. Las propietarias de las otras se han pronunciado en similares términos. El director de EnBW, Georg Stametelopoulos, señaló hace unos días en el Suddeutsche Zeitung que en otra de las centrales cerradas en 2023, Neckarwestheim 2, se han completado tareas de descontaminación (las del denominado circuito primario) y comentó las inversiones y los años que serían necesarios para poner la central en marcha otra vez. También recordó como la ley alemana de la energía atómica contempla el desmantelamiento inmediato tras el cierre de una central y cómo la coalición, si consigue pactar que se frene, debería comenzar por modificar la norma.

Está por ver si el Gobierno alemán consigue pactar, primero a nivel político y luego empresarial un hipotético resurgir nuclear del que se ha hablado en campaña pero para el que quizás sea ya demasiado tarde. Lo que sí parece claro es lo que Alemania ha perdido con el camino emprendido por Gerhard Schröeder primero y continuado por Merkel después con el cierre de los reactores alemanes, unas centrales nucleares "de platino", según las describió recientemente el presidente de Foro Nuclear elogiando su extraordinaria factura técnica y recordando sus visitas cuando trabajó en WANO, la asociación que evalúa las centrales mundiales.

Las consecuencias del cierre

Desde 2011, año en que Merkel rompió su promesa electoral y decidió acometer el cierre de las nucleares alemanas tras el accidente de Fukushima, el país ha ido cerrando 17 centrales que en su día producían el 25 por ciento de la energía eléctrica. El país, que apostó por este tipo de energía en los sesenta y llegó a construir casi cuarenta reactores, emprendió el camino opuesto en los ochenta y aunque la CDU de Merkel prometió en un primer momento posponer el cierre hasta 2036, acabó acelerando los planes, con la clausura en 2011 de ocho de ellos, los construidos antes de 1980, hasta el apagón total en 2023, pospuesto tres meses por la crisis de Ucrania.

Según un reciente informe de PwC, esa decisión ha tenido importantes consecuencias en los precios de la energía alemanes, un factor clave para los problemas de competitividad que afronta su industria: si hoy el parque nuclear de 2010 siguiera en marcha, el precio medio sería 18 euros/MWh más bajo.

En cuanto a las emisiones (Alemania tuvo que reactivar plantas de carbón tras el fin del gas barato ruso), el país podría haber desplazado casi por completo la generación fósil y disfrutar de una generación libre de emisiones que alcanzaría el 94 por ciento frente al 61 por ciento actual.

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