La Fundación de Estudios de Economía Aplicada (Fedea) ha puesto cifras a una realidad que muchos expertos vienen señalando desde hace meses: gran parte de la aparente mejoría del mercado laboral español no es más que un espejismo estadístico. Según los últimos datos analizados por uno de sus expertos de cabecera, Ángel de la Fuente, el llamado "paro registrado" ha bajado en algo más de 600.000 personas entre diciembre de 2019 y diciembre de 2024, pero, si en lugar de ese indicador oficial usamos una métrica más realista, como es el paro efectivo, encontramos que la caída es de apenas 72.000 personas. Es decir, el 88% de la supuesta mejora del mercado laboral no refleja una creación real de empleo, sino un cambio en la forma de contabilizarlo.
El motivo de este desfase tiene nombre y apellido: la contrarreforma laboral impulsada por Yolanda Díaz, que ha disparado el número de contratos fijos discontinuos y los ha reclasificado como ocupados. Este tipo de relación laboral permite que muchos trabajadores pasen largos periodos sin trabajar y cobrando prestaciones por desempleo, todo sin que sean contabilizados como parados. El resultado: una caída artificial del paro registrado, mientras que el número real de personas que buscan empleo no ha variado sustancialmente.
Fedea alerta de que esta distorsión estadística es cada vez más relevante. Para corregirla, propone usar el concepto de paro efectivo, que también ha recomendado el Instituto Juan de Mariana y que suma los parados registrados a todos aquellos demandantes de empleo con relación laboral interrumpida, de forma que se pueda tomar en consideración a los fijos discontinuos y a quienes están en ERTE. Cuando se emplea este indicador, la evolución del mercado laboral en los últimos cinco años se asemeja mucho más a un estancamiento que a una recuperación.
Los siguientes gráficos muestran la enorme diferencia entre la contabilidad oficial, tan creativa como falaz, y las circunstancias efectivas y reales del mercado de trabajo, cuya capacidad de creación de empleo ha sido magra en términos reales, generando apenas 14.000 empleos al año.
El Ejecutivo que preside Pedro Sánchez, en cambio, sigue haciendo gala de los datos oficiales sin matiz ni reparo alguno. Cada mes, sus boletines de prensa comunican supuestos descensos del paro registrado y hablan de récords de afiliación, sin reconocer que buena parte de estas cifras son puros artificios contables que esconden realidades laborales efectivamente inexistentes o interrumpidas. El maquillaje estadístico funciona ante los medios, pero no cambia la vida de quienes siguen esperando una oportunidad laboral y no están realmente ocupados.
Como han subrayado distintos expertos en la materia a los que ahora se suma Fedea, este fenómeno no solo impide medir correctamente la salud del mercado de trabajo, sino que erosiona la credibilidad de las estadísticas públicas y dificulta el diseño de políticas eficaces. Si no se reconoce que la mayoría de los contratos fijos discontinuos en realidad ocultan situaciones cercanas al desempleo, se corre el riesgo de construir un relato político triunfalista sobre una base completamente ficticia.