Muchos jóvenes se preguntan si lo que estudian en la universidad o en formaciones profesionales les servirá realmente para encontrar trabajo. La respuesta no es sencilla y depende de varios factores: la carrera elegida, la experiencia previa, el nivel educativo y, sobre todo, cómo se mueve el mercado laboral.
Según el último informe de Adecco, el 38% de los ocupados en España tiene un nivel formativo que no se ajusta a su empleo. De ellos, un 14% están sobrecualificados, y un 24% ocupa puestos que requieren menor formación. Las carreras técnicas, sanitarias o científicas presentan mayor adecuación, mientras que humanidades, comercio u hostelería lideran los desajustes. Además, la juventud se lleva la peor parte: los menores de 30 años son quienes más sufren este desajuste.
Por eso, desde Libertad Digital salimos a la calle a preguntar directamente: ¿Trabajas de lo que has estudiado?.
Las respuestas
Gema, por ejemplo, es arquitecta y sí se dedica a lo que estudió, pero su camino no fue sencillo. "Lo tuve que hacer fuera de España, en Australia", cuenta, y ahora trabaja desde allí en remoto. Su caso encaja con el patrón que muestran los datos: las carreras técnicas o de salud suelen tener mejor inserción laboral, pero a menudo eso implica emigrar o adaptarse a nuevos entornos.
Otros, como María, intentan abrirse camino mientras estudian. Ella forma parte de lo que llama la nueva corriente ‘sí-sí’ —sí estudia y sí trabaja—, al contrario de los llamados ‘ni-nis’. "Estoy terminando la carrera de teatro y mientras tanto doy clases como profesora de teatro", explica.
El contraste llega con casos como el de Roberto, que estudió Electrónica, pero hoy trabaja como lector de contadores de agua en una empresa del canal. "No tiene nada que ver con lo que estudié", dice. Su historia no es rara: en España, más de un tercio de los trabajadores ocupan puestos por debajo de su cualificación, y muchos, como él, ven difícil volver al camino para el que se formaron.
La sobrecualificación es especialmente visible entre jóvenes. El grupo de entre 16 y 29 años es el que más desajuste formativo sufre, según la Encuesta de Población Activa (EPA). Néstor, desarrollador de software, es consciente de ello. Aunque trabaja en un empleo de alta cualificación, señala que el mercado ha cambiado rápido. "Hace dos años había mucha demanda, pero ahora se ha reducido, gracias a que la inteligencia artificial ha hecho que más personas puedan hacer más cosas que antes", comenta.
Otros han apostado por reinventarse del todo. Antonio empezó la carrera de Económicas en la Autónoma de Madrid, pero nunca acabó trabajando de ello. Hoy se dedica al trading. "Para conseguir este trabajo hice una formación independiente. Fue una de las pocas salidas que vi, porque el mercado estaba muy precario y era difícil entrar", recuerda.
Mientras tanto, hay quienes encuentran en el emprendimiento una vía para conectar lo que estudiaron con lo que hacen. María Victoria, por ejemplo, lo tiene claro: "Lo que estudié es realmente la base de lo que estoy haciendo", dice. Aunque emprender, reconoce, es exigente: "Es estar dedicado las 24 horas del día y los 7 días de la semana. Pero cuando te gusta, no ves lo difícil y disfrutas del proceso".
No todos los sectores lo ponen tan fácil. Emperatriz, que trabaja como manicurista, explica que es difícil encontrar empleo estable en ese ámbito, pese a haber recibido formación.
Una mejora paulatina
La adecuación entre estudios y empleo mejora con la edad, y también es más frecuente en sectores como ingeniería, sanidad o investigación. Marcos, que estudió Aeromecánica, confirma esa tendencia. "Es un trabajo muy técnico y hay pocos especialistas, por eso hay mucho trabajo", afirma.
Chiqui, por su parte, estudió Económicas y terminó en la empresa familiar. Un camino que también se repite en muchos casos. Otros, como Demy, combinan lo aprendido con nuevas necesidades. Arquitecto de formación, ahora trabaja en una inmobiliaria: "Se venden muchos pisos antiguos para reformar y yo hago propuestas de reforma", cuenta. Una mezcla entre formación técnica y orientación comercial que se adapta a la demanda actual.
Según Eurostat, España lidera la tasa de sobrecualificación de toda la UE, con un 35% de trabajadores en empleos por debajo de su formación, y el fenómeno afecta más a mujeres que a hombres. Además, los trabajadores extranjeros no comunitarios suelen sufrir un desajuste mayor aún, con formaciones no reconocidas o poca inserción.



