
El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, ha asistido este lunes a la "IV Conferencia Internacional para la Financiación al Desarrollo" de la ONU en Sevilla, en ella ha respaldado una iniciativa para crear un nuevo impuesto a los billetes de avión en primera clase y también al uso de los jets privados. En este sentido, Sánchez ha declarado que España se unirá a otros países que van a trabajar en favor de "una mayor contribución del sector de la aviación a las transiciones justas y a la resiliencia climática a través de una tasa específica a los billetes de clase ejecutiva y también a los jets privados".
A lo largo de su intervención, Pedro Sánchez también ha anunciado otro tipo de iniciativas como la reducción de la deuda a países que se encuentren en vías de desarrollo, mediante compromisos de canalizar esos recursos a áreas como la seguridad alimentaria, la nutrición, la acción climática, la salud o sobre tributaciones "justas" a grandes fortunas.
El líder socialista también ha alegado que, a pesar del "sombrío" escenario actual, existen recursos suficientes, porque con menos del 1% de la riqueza global (alrededor de 4,3 billones de dólares, se podría cerrar el déficit anual necesario para alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible. Según Sánchez "existe la capacidad, pero faltan la voluntad y el coraje para llevarlo a efecto".
En cuanto a la medida anunciada de establecer un nuevo impuesto a los billetes de avión en primera clase y al uso de los jets privados, hay dos cuestiones a tener en cuenta: 1) ¿Qué porcentaje de las emisiones de CO2 a la atmósfera provienen de los viajes en avión? Y 2) La hipocresía de ser justamente Pedro Sánchez quien quiera imponer un impuesto al uso de los jets privados siendo el presidente español que más veces ha usado el Falcon.
En primer lugar, tenemos que ver cuanto contaminan realmente los aviones, ya sean vuelos comerciales o vuelos privados. De acuerdo con Our World in Data, podemos ver que la participación de la aviación en las emisiones globales de 1940 a 2021 ha sido la siguiente:

Como vemos, actualmente la aviación supone en torno al 2,5% de la contaminación mundial por CO2 si contamos hasta el año 2019, ya que los años 2020 y 2021 son años anormales por culpa de la pandemia. Esta cifra es, por tanto, una cantidad irrisoria. No obstante, si ahondamos un poco más podemos ver que la mitad de las emisiones globales de CO2 por la aviación son responsabilidad de los vuelos privados, según un informe de Transport & Environment, algo que ya contamos en Libre Mercado.
Es decir, los vuelos privados supondrían alrededor del 1,25% de todas las emisiones globales de CO2 al año, y Pedro Sánchez sería uno de los pocos privilegiados que pueden viajar en jets privados.
De acuerdo con una solicitud de acceso a la información pública realizada por El Economista, Pedro Sánchez habría realizado 612 viajes en el Falcon entre junio de 2018 y septiembre de 2022, mientras que José Luis Rodríguez Zapatero habría viajado 242 veces, José María Aznar lo habría hecho 240 veces, Felipe González 164 veces y Mariano Rajoy unas 148 veces.
Pues bien, si asumimos que Pedro Sánchez ha realizado esos 612 vuelos en cuatro años y con una duración promedio de una hora por trayecto (una estimación conservadora), y teniendo en cuenta que según el informe mencionado los vuelos en jets privados contaminan una media de 2 toneladas de CO2 por cada vuelo de una hora, unido a que en cada vuelo privado suelen ir 4,7 personas en promedio en el avión, tenemos que el presidente habría emitido alrededor de 1.224 toneladas de CO2 en esos cuatro años.
Sánchez contamina 37 veces más que un español promedio
Para que nos hagamos una idea, y teniendo presente nuevamente el informe de Transport & Environment, un ciudadano español promedio emitiría alrededor de 8,2 toneladas de CO2 al año por aviación, con lo que Sánchez ha contaminado anualmente alrededor de 37,32 veces más CO2 que un ciudadano español promedio, o lo mismo que un ciudadano promedio en 149 años.
Estos datos nos muestran la enorme hipocresía del presidente del Gobierno de querer penalizar a otras personas que compren billetes de primera clase o que vuelen en aviones privados, cuando él es el primero que hace un uso excesivo del Falcon. Todo esto sin contar con que los eurodiputados tienen el privilegio de poder viajar en primera clase (business D) pudiendo ser reembolsado el coste de dicho viaje a cargo del contribuyente europeo.
Resulta obvio decir que aún en el hipotético caso de que Sánchez apostara por imponer una tasa a los vuelos que él mismo realiza (o que realizan otros políticos), el coste de ese impuesto lo acabarían pagando los contribuyentes españoles, no Sánchez de su propio bolsillo.


