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Los hosteleros se rebelan contra la "soberana bobada" ecologista que quiere acabar con las monodosis de plástico

Las monodosis desaparecerán en 2026 ante la perplejidad de los hosteleros, que achacan la medida a criterios políticos: "Nos llevan a bandazos".

Las políticas ecologistas recogidas en la Agenda 2030 tienen planeado implementar medidas aparentemente menores que afectan a la vida de las personas en su día a día, como la unión del tapón a la botella de plástico con el objetivo de que este no se pierda y se recicle junto con el envase. Así, la próxima medida que tendrán que afrontar los españoles que puede generar pequeños cambios en su vida es la desaparición de las monodosis de plástico como los envases de aceite, mantequilla o mermelada que utilizan los restaurantes en los desayunos o los pequeños botes de gel y champú que los hoteles ofrecen a sus clientes.

En concreto, este tipo de medidas obedecen a una directriz aprobada en abril de 2024 que pretende que haya una reducción del consumo de los envases de plástico en comparación con los niveles de plástico utilizados en el año 2018. Así, debe de consumirse un 5% menos del plástico en 2030, un 10% para el 2035 y un 15% al entrar en la década de 2040; todo ello con respecto a 2018.

En este sentido, está previsto según la normativa europea que queden prohibidos los "tipos específicos de envases de plástico de un solo uso, incluidas las bolsas de plástico utilizadas para frutas y verduras frescas no procesadas, o los envases para alimentos y bebidas consumidos en cafés y restaurantes" a partir del 1 de enero de 2030. Sin embargo, para ir avanzando en este objetivo, España asumirá la desaparición de las monodosis de plástico a partir de mediados de 2026, según queda recogido en el Reglamento de Envases y Residuos de Envases.

En concreto, esto quiere decir que desaparecerán las monodosis de aceite, tomate, mantequilla, patés y demás productos que los bares ofrecen cómodamente con la típica tostada del desayuno, así como los sobres de azúcar u otros edulcorantes para el café. Algo por lo que se apostó de manera clara en la pandemia por considerar estas monodosis más higiénicas que los enseres tradicionales, por lo que los hosteleros tendrán que volver a cambiar un método que les ahorraba tiempo y preocupaciones.

Algo que no es la primera vez que pasa, ya que en el año 2013 el Gobierno nacional ya prohibió que se utilizasen aceiteras rellenables para que el producto no perdiese la trazabilidad y los consumidores estuvieran completamente seguros de la calidad del aceite –y vinagre— que estaban consumiendo. Los controles para que no se rellenen las aceiteras etiquetadas en los bares se han intensificado este mismo 2025.

"Una soberana bobada"

En este contexto, Libertad Digital ha salido a la calle para preguntar a hosteleros y consumidores por su opinión acerca de la desaparición de las monodosis de plástico posicionándose en contra todos y cada una de las personas dedicadas a la hostelería a las que ha interrogado este diario.

"Me parece una soberana bobada", aseguran desde el madrileño Restaurante Rafa, en el que se cuestionan cómo se va a producir exactamente esta desaparición de las monodosis y en qué medida se van a proponer alternativas a este modelo de producto: "Nos estamos metiendo en unos berenjenales de los que es difícil salir".

Asimismo, una camarera de la cafetería Santagloria ha destacado que sería "una pérdida de tiempo" volver a otros métodos con el objetivo de reducir el consumo de plástico, ya que considera esenciales las monodosis para el desarrollo de su profesión en términos de eficacia y comodidad. Además, al igual que muchos otros hosteleros ha explicado el riesgo económico que conlleva que los consumidores roben las botellas de aceite y el riesgo de salubridad de que algunos clientes no las utilicen de manera adecuada antes de que las usen otras personas.

"Me he quedado de piedra", ha confesado otro de los hosteleros preguntados por este diario, que ejerce su profesión en el bar Duo y que ha mostrado sus dudas sobre la medida. En primer lugar, por temas de eficacia y comodidad, pero, en segundo lugar, sobre si esta producirá un incremento del coste de los desayunos: "Habría que calcularlo bien pero si va a incrementar el coste de las botellas que vamos a tener en cada mesa, habría que repercutirlo al cliente, que no sé si serán 20 céntimos, 50 céntimos o un euro".

"Un paso atrás en higiene"

Por su parte, uno de los dueños del Bar Quirico ha explicado a LD que la desaparición de este tipo de envases "es un paso hacia atrás en lo que es higiene y calidad para el cliente". Un argumento al que se le une la "falta de criterio" de las autoridades, que cambian de políticas cada poco tiempo resultando en ocasiones contradictorias entre sí. "La situación hacia la que vamos es la primigenia que teníamos hace cinco años" y que se acabó por el COVID, por lo que "no tiene sentido" volver hacia atrás, ha argumentado.

"Estamos siendo llevados a bandazos, un día la norma te dice esto y dentro de cinco años volveremos otra vez a cambiar el itinerario", ha incidido el dueño del Quirico, que ha zanjado que este tipo de normas que se contradicen parecen apuntar más a criterios políticos que a criterios de higiene o ecología: "No creo que tenga tanto que ver con la seguridad y con la ecología sino con el criterio político".

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