
Dos años después de que Cataluña se lanzase a la aventura intervencionista con la declaración de zonas tensionadas, el balance en Barcelona es tan claro como preocupante: la oferta de pisos en alquiler se hunde y los precios no bajan. Todo lo contrario: suben. Y la presión de la demanda roza cifras estratosféricas, con 437 personas peleando por cada piso que sale al mercado en apenas diez días. Un récord absoluto en España, según confirma el Barómetro del Alquiler del segundo trimestre de 2025, elaborado por el Observatorio del Alquiler de la Fundación Alquiler Seguro y la Universidad Rey Juan Carlos.
La teoría de la izquierda sostenía que limitar precios frenaría las subidas y daría un respiro a los inquilinos. La realidad ha sido exactamente la contraria. En solo dos años, Barcelona ha perdido cerca de 48.000 viviendas en oferta de alquiler, y en lo que llevamos de 2025, se constata la desaparición de unas 7.000 más. En total, el daño causado ronda las 55.000 unidades.
Mientras tanto, el precio medio del alquiler en la provincia se mantiene como el más alto de España, con 1.656 euros mensuales, un 3,6% más que hace un año. Y es que, si bien los arriendos en vigor no se pueden revisar al alza según el criterio de sus propietarios, los nuevos contratos parten de bases más altas, precisamente para compensar que no se pueden aplicar revalorizaciones adicionales.
Barcelona se convierte así en el ejemplo perfecto de lo que sucede cuando se quiere regular el mercado a golpe de BOE: se asusta a los propietarios, se retrae la oferta y se deja a los inquilinos con menos opciones y precios aún más altos. El mercado, lejos de equilibrarse, se contrae. La demanda se hacina en torno a los pocos inmuebles disponibles, multiplicando la competencia y dejando a miles de familias y jóvenes fuera de juego.
Un desastre de alcance nacional
No es solamente un fenómeno barcelonés, por mucho que allí el intervencionismo ha alcanzado cotas pioneras. En toda España, los precios están en máximos y la presión de la demanda sigue disparándose, alcanzando una media de 141 interesados por vivienda en los diez primeros días después de la publicación de un anuncio, frente a los 112 que se alcanzaron en el primer trimestre de 2025. Con todo, es Barcelona la que lidera la clasificación con una presión sin precedentes, muy por encima de otras provincias como Las Palmas (141), Baleares (127) o Alicante (126).
Los datos son tozudos: el intervencionismo no crea vivienda ni frena precios. Más bien logra el efecto contrario. La provincia barcelonesa lo certifica: menos pisos en alquiler, más tensión, más frustración para quien busca techo y precios que siguen escalando. Y lo que empezó como un "mecanismo de emergencia" en 140 municipios catalanes se ha extendido ya a Navarra o País Vasco, a pesar de que la evidencia demuestra que no es la receta para abaratar el alquiler. Galicia, donde gobierna el PP, también ha movido ficha en este sentido.
La lección es evidente: restringir el mercado solo consigue estrangularlo. Y Barcelona, desgraciadamente, es hoy el mejor ejemplo de cómo el intervencionismo puede terminar devorando a quienes pretendía proteger.


