
Los viticultores se enfrentan cada año a una de las plagas más dañinas para la vid: la polilla del racimo (Lobesia botrana). Este insecto puede reducir considerablemente la producción y la calidad del vino, lo que se traduce en pérdidas económicas importantes para el sector. Sin embargo, una tecnología silenciosa, eficaz y más rentable que los fitosanitarios está ganando adeptos: la confusión sexual.
En España, la Lobesia botrana se considera una "plaga clave" del viñedo y se extiende por los cultivos vitícolas de zonas como Valencia, Cataluña, Extremadura, Aragón, La Rioja y Andalucía. Además, en un año pueden darse hasta tres generaciones de polillas capaces de arruinar a los agricultores.
Las larvas de esta polilla se alimentan de las flores y, sobre todo, de los racimos de uva, provocando graves daños en las cosechas. Además, las heridas abiertas en las uvas facilitan la entrada de hongos como el Botrytis cinerea, que acelera la podredumbre del racimo.
El coste estimado de controlar la plaga tradicionalmente en España varía entre 200 y 400 € por hectárea, dependiendo del número de generaciones y frecuencia de tratamientos.
¿Cómo funciona la confusión sexual?
El método consiste en colocar en la viña unos pequeños dispositivos que liberan feromonas sintéticas similares a las que emiten las hembras de la especie. Estas feromonas saturan el ambiente y desorientan a los machos, que no logran localizar a las hembras reales para copular.
Sin apareamiento, no hay reproducción, y, por tanto, la población de polillas se reduce drásticamente sin necesidad de matar directamente a los insectos.
El sistema de feromonas está ganando adeptos ya que es más rentable: reduce el uso de insecticidas en más de un 83 %: se pasa de 1,8 litros de producto por hectárea a solo 76 g de feromona. Además, el sistema cumple con las restricciones ecologistas de la Unión Europea y no pone en riesgo las subvenciones verdes que reciben algunos agricultores.
De hecho, la Comunidad Valenciana ha anunciado este lunes que ha repartido cerca de 3,1 millones de dispositivos de confusión sexual entre los viticultores de la zona con el objetivo de cubrir cercad de 20.600 hectáreas en las comarcas de Alicante, Valencia y Castellón, lo que supone un 33% de la superficie de cultivo.


