
La siguiente historia es una de esas que podría ser materia de una novela con tintes geopolíticos y de espionaje, pero se trata de una noticia totalmente verídica que cada vez está generando más ruido en la prensa internacional.
Todo arranca en los meses posteriores a la invasión de Ucrania, cuando las sanciones internacionales contra la industria petrolera rusa pusieron contra las cuerdas a Niels Troost, un veterano comerciante holandés especializado en crudo originario del gigante del Este de Europa. Bancos y financiadores le retiraron el apoyo, y su modelo de negocio empezó a tambalearse.
En ese contexto apareció Gaurav Srivastava, empresario estadounidense con contactos bancarios, experiencia en cumplimiento normativo y ambiciones globales. Ambos pactaron en 2022 que Srivastava adquiriría el 50 % de Paramount Energy & Commodities SA y Harvest Commodities SA por 50.000 francos suizos, a cambio de que Troost recibiese un pago posterior ligado al valor de las empresas —estimado entre 200 y 350 millones de dólares— tras una auditoría independiente.
La estrategia pasaba por abandonar el petróleo sancionado y diversificar el negocio. Srivastava incorporó asesores de primer nivel —Baker Hostetler, KPMG, Grant Thornton—, registró una matriz en EEUU y abrió líneas para comerciar con grano ucraniano y energía en África, Asia e Iberoamérica Latina. A priori todo avanzaba según lo esperado.
Pero la relación se deterioró pronto. El equipo de Srivastava denuncia que se les negó acceso a registros, oficinas y sistemas, y que se bloquearon sus intentos de auditar una filial en Dubái para verificar el cumplimiento de sanciones. Cuando la auditoría arrancó en 2023, los informes señalaron presuntas irregularidades: traspasos de activos a sociedades controladas por Troost, una oferta no declarada por la terminal petrolera turca de Ceyhan —vinculada por algunas autoridades al crudo ruso— y pruebas de que filiales en Emiratos y Ginebra seguían manejando petróleo sancionado. El examen también detectó facturas falsas, préstamos cuestionables y pagos elevados a consultores internos.
La relación saltó por los aires. En mayo de 2023, Troost expulsó a Srivastava del registro de accionistas y rompió con Baker Hostetler. Poco después, surgió una campaña mediática que presentaba al inversor como un "falso espía de la CIA" que habría afirmado disponer de una licencia secreta de EE. UU. para comerciar con crudo sancionado. Las acusaciones se difundieron en webs marginales, vídeos generados con IA, ediciones en Wikipedia y blogs, hasta llegar a algunos medios generalistas.
Entre finales de 2023 y principios de 2025, Reino Unido, la UE y Suiza sancionaron a Troost, sus empresas y su principal proveedor. El Tesoro estadounidense también incluyó en su lista negra a socios clave de sus operaciones.
Desde entonces, Srivastava ha iniciado acciones penales y civiles en EE. UU., Suiza y Emiratos. Por otro lado, la denuncia de Troost en Ginebra fue archivada, y el Alto Tribunal de la India ordenó retirar artículos difamatorios contra el estadounidense, tras encontrar indicios de que se había llegado al extremo de pagar a los medios que habían divulgado tales mensajes. Ahora, la guerra continúa en los tribunales.
El caso, destapado por medios como Targeted, ilustra la opacidad de una parte del comercio global de materias primas y los riesgos crecientes en la era de las sanciones: un inversor que dice haber intentado "sanear" un negocio en crisis frente a un operador veterano que, según las auditorías, habría seguido moviendo crudo prohibido mientras desacreditaba a sus socios.
