
Nos dice el Instituto Juan de Mariana (por cierto, excelente la labor que desde su servicio de estudios está haciendo en los dos últimos años mi compañero Diego Sánchez de la Cruz) que este viernes 03 de octubre se cumplió el día de la deuda de la Seguridad Social. Es decir, es el día en el que los ingresos del organismo se agotan y comienza a depender de las transferencias del Estado o de la deuda.
Habrá quien discuta la fecha. Y es cierto que igual que cogemos el 03 de octubre podríamos haber escogido otro criterio. En el IJM han optado por tomar gastos e ingresos no financieros totales; podríamos ir a la parte contributiva, sólo a prestaciones de jubilación, discutir si viudedad o complementos a mínimos son contributivas, incluir clases pasivas… Cualquiera de estas opciones sería válida. El resultado final no variaría mucho (sí en la fecha, no en lo que subyace a la misma).
A efectos prácticos, podríamos decir que este 03 de octubre es el día en el que se cae el trampantojo: el de la existencia de la Seguridad Social como ente contable separado del resto del Estado. Es una falacia contable comprensible desde un punto de vista político, porque legitima el modelo: si no te crees esto, lo de las cotizaciones como "no impuestos" o "salario diferido" se viene abajo unos segundos después. Pero que por ser comprensible no deja de ser mentira.
Y menos mal que es mentira. Si la Seguridad Social fuera un ente separado del Estado, tendría que financiarse para cubrir el 25% de sus gastos. Ya les digo yo que, con estas cuentas y estas perspectivas, sus subastas de deuda no iban a tener mucha demanda. En resumen, que estaría en quiebra. Desaparecería. Y sus supuestos asegurados se quedarían compuestos y sin prestación.
Afortunadamente para los pensionistas españoles, no es así. La Seguridad Social dejó de existir este viernes. Pero el Estado no. Por eso, le traspasará el dinero necesario para que siga pagando prestaciones lo que queda de año, y el que viene, y el de más allá. Pedirá dinero a los mercados y usará lo que saque, sobre todo, para pagar las promesas de pago del organismo. Tirará de IRPF, IVA o lo que haga falta para que los recortes sean mínimos. Porque, en realidad, cada euro que recauda va al mismo sitio; y cada euro que abona sale del mismo lugar. Lo de las cajas separadas es una ficción con la que nos entretienen.
Dicho esto, ¿es significativo este nuevo indicador, muy llamativo, como le gusta a Sánchez de la Cruz? Sí, por tres motivos:
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Primero, estamos en 2025. Es decir, esto sólo puede ir a peor. Las jubilaciones de baby-boom están empezando ahora. Ninguna previsión anticipa un mayor incremento de las cotizaciones que de las pensiones. Si este año hablamos del 03 de octubre, en una década estamos ya bien dentro del verano.
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Segundo, nos pone ante el principio de realidad. O lo que es lo mismo, nos dice que equilibrar esas cuentas será imposible por el lado del gasto. ¿Creen ustedes que alguien se atrevería a meter un tajo a las pensiones del 25%? Imposible, política y socialmente. Además, tampoco sería justo; pero ése es casi otro debate. Incluso aunque pensáramos que la Seguridad Social debería financiarse a sí misma (yo no veo por qué, la verdad; ningún organismo público lo hace), la magnitud del agujero nos alertaría de lo irrealizable de la propuesta. Esto no quiere decir que no puede haber pequeños ajustes, pero cerrar el déficit de las pensiones debemos asumir cuanto antes que no es posible.
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Por último, lo que asoma ante nosotros. Las opciones, que son pocas y dolorosas. Si cada año vas a tener que cubrir al menos el 25% del presupuesto del organismo que más pesa en el Estado (la Comisión cree que más del 45% del gasto público lo manejará la Seguridad Social a mitad de siglo), es evidente que tendrás que subir mucho los impuestos (ya lo están haciendo) o meter la tijera con decisión en el resto de las partidas de los presupuestos (esto también está pasando).
A partir de ahí, lo único que queda es apostar por el día en el que caerá este indicador en 2040 o 2050. Preguntarse qué recortes sufriremos (más recortes en nuestros sueldos vía impuestos o más recortes en los servicios públicos). O discutir la cuestión técnica de qué gastos e ingresos meter o quitar cada año. Eso sí, preocupación: cero. La Seguridad Social ya no existe. Y eso es un enorme alivio para cualquiera que cobre una de sus pensiones o (como este columnista) espere hacerlo en un futuro. Si tuviéramos que depender de su equilibrio financiero... entonces sí que estábamos en un buen lío.
Licenciado en Derecho y Administración y Dirección de Empresas por la Universidad Carlos III de Madrid. Después de tres años trabajando en IBM, decidió cambiar de rumbo en su carrera profesional y se matriculó en el Máster de Periodismo de El Mundo. En este diario trabajó entre 2008 y 2009.
Desde 2010 es redactor de Economía de Libre Mercado. Presenta junto a Nuria Richart el programa La Pizarra de Domingo Soriano y el podcast Economía Para Quedarte Sin Amigos. Además, colabora de forma periódica en numerosos programas de esRadio: Tu Dinero Nunca Duerme, Economía Para Todos, Es la Noche de Dieter... Compagina su trabajo como periodista con las clases de Economía que imparte en la Universidad Francisco Marroquín de Madrid
