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Madrid

Por qué Madrid nunca se va a librar de la plaga de palomas

Los expertos coinciden en que eliminar a los individuos es la forma más eficaz de controlar una plaga.

Los expertos coinciden en que eliminar a los individuos es la forma más eficaz de controlar una plaga.
La plaga de palomas supone un riesgo sanitario. | Pixabay/CC/Couleur

Permanecen al acecho en las cornisas, deambulan cerca de las basuras e invaden sin miedo las terrazas de los bares donde acosan a los clientes. Anidan en patios convertidos en vertederos de excrementos y se reproducen cada vez más rápidamente. Las palomas se han convertido en una plaga de la que los madrileños nunca podrán deshacerse.

Las palomas son uno de los animales mejor adaptados para vivir en las ciudades y hay tres elementos fundamentales que las convierten en una plaga peligrosa prácticamente imposible de erradicar: buen clima, alimento y refugio. Multitud de basura, toda esa gente que echa migas de pan a los pájaros y la abundancia de patios y edificios hacen que el problema sea cada vez más grave. Además, las palomas urbanas no tienen depredadores. Sus únicos enemigos podrían ser los gatos callejeros, pero como los encargados del control de colonias felinas se encargan de alimentarlos, los gatos no necesitan cazar. Ni palomas ni ratas.

El control queda, por lo tanto, en manos exclusivamente de los humanos. En 2021, el Ayuntamiento de Madrid optó por exterminar a parte de la población de cotorra argentina y de Kramer, otra plaga en la capital. El coste de matar a tiros a 12.000 cotorras ascendió a casi 3 millones de euros, además de las numerosas críticas por parte de las asociaciones animalistas. En cualquier caso, la estrategia no solucionó el problema.

Actualmente, la ley de Bienestar Animal ordena a los ayuntamientos a "anteponer el control poblacional no letal de la fauna urbana en sus planes de actuación en materia de protección animal garantizando los derechos de los animales", así que Madrid y las ciudades vecinas están aplicando otro sistema igualmente letal, pero más "humanitario".

Control letal "humanitario"

El plan para controlar tanto a las cotorras como a las palomas consiste en elaborar un "inventario de los nidos existentes en todo el municipio partiendo del último censo de SEO Birdlife, el control de las puestas, la esterilización de sus huevos, la captura de los ejemplares mediante diferentes métodos, la retirada de los nidos, el estudio sanitario de la población capturada (control biológico y veterinario) y su gestión veterinaria, garantizando en todas las fases el mínimo sufrimiento para la especie".

Resumiendo: el plan es buscar los nidos, pinchar los huevos, capturar a todas las aves con jaulas y redes y llevarlas al veterinario para que las mate. Es decir, el resultado es el mismo: acabar con los individuos, pero lejos de la vista de los ciudadanos y, por supuesto, con un coste mayor. Este plan no es exclusivo de Madrid. La mayoría de las ciudades españolas cuentan con sistemas similares.

Este sistema, además conlleva otra complicación, según explican los expertos en control de plagas: localizar las colonias o las zonas de anidación es muy complicado porque están totalmente dispersas. Y en muchos casos, añaden, es necesaria una máquina elevadora para acceder a los nidos.

Los expertos también dudan de la eficacia de otras medidas, no contempladas en el caso de Madrid pero sí en Sevilla, como la esterilización de la comida. Además de que las palomas han aprendido a evitarla, otros animales domésticos podrían ingerirla.

La experiencia de ciudades como Gijón o Zaragoza muestran que la eliminación de los individuos es la manera más eficaz de controlar la población de palomas. Sin embargo, estos sistemas topan en algunos casos con la ley de Bienestar Animal y despiertan las críticas de las asociaciones animalistas. Así que, mientras haya alimento, refugio, ausencia de depredadores y controles de población caros y poco eficaces, Madrid tendrá palomas para rato.

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