
L D (EFE) El presidente, que culmina con este discurso una semana en la que se ha visto acosado por las revelaciones de que autorizó espiar a sus propios ciudadanos, utilizó un lenguaje mucho más humilde que en ocasiones anteriores e indicó que "no espero que ustedes apoyen todo lo que yo hago".
El discurso a la nación representa el final de una serie formada por otros cuatro discursos en distintas localidades en la que el presidente ha expuesto su estrategia para el país árabe, de la que los comicios celebrados el pasado jueves representan la piedra angular.
Según Bush, las elecciones "no significarán el final de la violencia" pero "son el comienzo de algo nuevo: la democracia constitucional en el centro de Oriente Medio". "Este voto, a 10.000 kilómetros de distancia, en una región vital para el mundo, significa que EEUU tiene un aliado cada vez más fuerte en la lucha contra el terrorismo", aseguró.
El presidente volvió a reconocer que "muchos estadounidenses tiene dudas acerca del coste y la dirección de esta guerra". La mayoría de los ciudadanos, según las encuestas, se opone a la guerra, una tendencia que se ha ido acrecentado de manera notable en los últimos meses.
En su mensaje, Bush insistió en la necesidad de seguir adelante en la guerra en Irak, pese a las dudas de estos ciudadanos, porque "veo un movimiento terrorista global que explota el Islam en beneficio de objetivos políticos radicales" que ven el mundo "como un campo de batalla gigantesco" y "buscan atacarnos donde puedan". "Esto ha atraído a Al Qaida a Irak, donde intentan asustarnos e intimidarnos hacia una política de retirada", sostuvo, antes de agregar que "derrotaremos a los terroristas deteniéndolos y matándolos en el extranjero".
Este trabajo, admitió, "ha sido especialmente difícil en Irak, más difícil de lo que esperábamos". En un tono humilde, reconoció que "los esfuerzos de reconstrucción y de formación de las fuerzas de seguridad iraquíes comenzaron más lentamente de lo que esperábamos" y "seguimos viendo violencia y sufrimiento, causado por un enemigo decidido y brutal".
Bush prometió que "seguiremos escuchando las críticas sinceras y haremos los cambios que nos ayuden a completar nuestra misión". Sin embargo, "hay una diferencia entre las críticas honestas que reconocen lo que está mal y los derrotistas que se niegan a ver lo que pueda estar bien", afirmó, en una alusión a los demócratas que han pedido un calendario de salida para las tropas estadounidenses.
A este respecto, descartó fijar un calendario y aseguró que cualquier decisión para disminuir el número de tropas en Irak –actualmente de casi 160.000– se tomará tras consultar con las autoridades militares.
El discurso a la nación representa el final de una serie formada por otros cuatro discursos en distintas localidades en la que el presidente ha expuesto su estrategia para el país árabe, de la que los comicios celebrados el pasado jueves representan la piedra angular.
Según Bush, las elecciones "no significarán el final de la violencia" pero "son el comienzo de algo nuevo: la democracia constitucional en el centro de Oriente Medio". "Este voto, a 10.000 kilómetros de distancia, en una región vital para el mundo, significa que EEUU tiene un aliado cada vez más fuerte en la lucha contra el terrorismo", aseguró.
El presidente volvió a reconocer que "muchos estadounidenses tiene dudas acerca del coste y la dirección de esta guerra". La mayoría de los ciudadanos, según las encuestas, se opone a la guerra, una tendencia que se ha ido acrecentado de manera notable en los últimos meses.
En su mensaje, Bush insistió en la necesidad de seguir adelante en la guerra en Irak, pese a las dudas de estos ciudadanos, porque "veo un movimiento terrorista global que explota el Islam en beneficio de objetivos políticos radicales" que ven el mundo "como un campo de batalla gigantesco" y "buscan atacarnos donde puedan". "Esto ha atraído a Al Qaida a Irak, donde intentan asustarnos e intimidarnos hacia una política de retirada", sostuvo, antes de agregar que "derrotaremos a los terroristas deteniéndolos y matándolos en el extranjero".
Este trabajo, admitió, "ha sido especialmente difícil en Irak, más difícil de lo que esperábamos". En un tono humilde, reconoció que "los esfuerzos de reconstrucción y de formación de las fuerzas de seguridad iraquíes comenzaron más lentamente de lo que esperábamos" y "seguimos viendo violencia y sufrimiento, causado por un enemigo decidido y brutal".
Bush prometió que "seguiremos escuchando las críticas sinceras y haremos los cambios que nos ayuden a completar nuestra misión". Sin embargo, "hay una diferencia entre las críticas honestas que reconocen lo que está mal y los derrotistas que se niegan a ver lo que pueda estar bien", afirmó, en una alusión a los demócratas que han pedido un calendario de salida para las tropas estadounidenses.
A este respecto, descartó fijar un calendario y aseguró que cualquier decisión para disminuir el número de tropas en Irak –actualmente de casi 160.000– se tomará tras consultar con las autoridades militares.
