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La política británica se estanca en el Parlamento Colgado

La única suma que podría garantizar un gobierno razonablemente estable tras el resultado de las elecciones inglesas celebradas este jueves es la que da la alianza entre Conservadores y liberal – demócratas, un acuerdo casi imposible por la oposición tory a reformar la ley electoral.

Sin embargo, más allá de la fundamental diferencia respecto de los cambios en la ley electoral entre los Conservadores de David Cameron y los Liberal – Demócratas de Nick Clegg y de otros puntos de desencuentro importantes como su perspectiva de la relación con la UE, lo cierto es que el único pacto que podría garantizar a Cameron un gobierno razonablemente estable es este que sumaría un total de 363 escaños.

De hecho, Cameron ya ha pedido su apoyo a Clegg aludiendo a la urgencia por la delicada situación económica, si bien su discurso ha sido mucho menos concreto que el de Brown, que se ha mostrado todavía más proclive al pacto e incluso ha prometido, en su breve comparecencia de prensa, abordar la gran reivindicación de los liberales: la reforma del sistema electoral.

El problema para el líder de los Laboristas es que, aunque consiga el apoyo de Clegg y los suyos eso no le bastará para formar gobierno: con sus 258 escaños y los 57 de los liberales se siguen quedando a otros 10 de la ansiada mayoría absoluta de 325. Más aún: ni siquiera con el apoyo de los nacionalistas escoceses y sus 6 diputados sería suficiente, y tendría que incorporarse a la coalición a los nacionalistas galeses del Plaid Cymru (3 escaños), a los norirlandeses del Social Democratic & Labour Party o a algún diputado independiente como la líder de los verdes. Es más: ni siquiera la previsible ausencia de los 5 diputados del Sinn Fein, que colocaría el umbral de la mayoría en los 323 escaños, hace posible un pacto con menos de cuatro socios.

En definitiva, un batiburrillo a la balear muy difícil de armar y todavía más difícil de gestionar, especialmente si se tiene en cuenta que en el Reino Unido no suelen funcionar la alianzas ni con sólo dos miembros.

Las mayorías, a la contra

Una opción para Cameron sería gobernar en minoría, apoyándose en sus 306 escaños y en los ocho de los unionistas norirlandeses, tradicional aliado de los Conservarores y cuyo apoyo no resultaría difícil de conseguir. Sin embargo, estos 314 escaños se sitúan justo uno por debajo del grupo de bloqueo que podría formar la alianza de Laboristas y Liberales, por lo que parece garantizar un gobierno absolutamente inestable.

Del mismo modo, y puestos a votar a la contra, no parece muy complicado que tories y norirlandeses se encontrasen con compañeros de viaje que bloqueasen la acción de un gobierno capitaneado por Brown y Clegg.

Toda esta situación se complica por las tradiciones inglesas, que no contemplan un periodo de transición y urgen al Primer Ministro a abandonar el cargo poco menos que el mismo día en que se constate su derrota (cosa que parece que Brown no está dispuesto a hacer) y por la ausencia de normas escritas o plazos definidos que digan qué se puede hacer.

Así las cosas, ni los más notorios analistas políticos británicos se atreven a apostar qué ocurrirá en los próximos días, aunque en el medio plazo algunos ya apuntan a lo que sería una costosa pero definitiva (al menos probablemente) solución: que dentro de unos meses los ciudadanos vuelvan a acudir a las urnas.

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