
L D (EFE) En el barrio de Bosquets de la ciudad de Montfermeil, conocido por su conflictividad, hubo enfrentamientos entre una treintena de jóvenes encapuchados y la policía, que se iniciaron poco antes de esta medianoche. Los altercados comenzaron con el apedreamiento de un vehículo de policía, según las fuerzas del orden, que confirmaron que al menos cinco automóviles fueron incendiados en ese barrio de la periferia norte de París, en el departamento de Seine-Saint-Denis.
Sólo en dicho departamento se tenían contabilizados una veintena de coches quemados antes de medianoche, incluidos los cinco anteriores, y también habían ardido dos autobuses en la ciudad de Blanc-Mesnil, sin que se produjeran heridos. Uno de estos autobuses fue asaltado este viernes a última hora de la tarde por dos hombres encapuchados armados que obligaron a la quincena de viajeros y al conductor a salir del vehículo antes de rociarlo con gasolina y prenderle fuego, según indicó la policía. La quema del segundo autobús se produjo hora y media después en otro lugar de la localidad. Un encapuchado detuvo el vehículo y luego una decena de personas, igualmente encapuchadas, rompieron las ventanas y arrojaron artefactos incendiarios.
El alcalde de Blanc-Mesnil, Daniel Feurtet, insistió en matizar que lo ocurrido en su ciudad era distinto de los disturbios del pasado año y precisó que no había esta noche más policías que de costumbre. Sin embargo, las autoridades habían anunciado el despliegue por la noche de 4.000 policías y gendarmes en los barrios conflictivos del país, especialmente en la periferia de París, para reforzar a los agentes locales y proteger la seguridad de los ciudadanos.
Con los de esta última noche eran seis los autobuses incendiados en Francia en dos días. En la ola de disturbios del pasado año, más de 10.000 vehículos, en su gran mayoría automóviles privados, fueron pasto de las llamas, y más de 300 edificios públicos o privados sufrieron destrozos.
Este viernes, más de mil personas participaron en una marcha silenciosa en Clichy-sous-Bois (periferia norte de París), donde hace un año dos adolescentes murieron electrocutados al refugiarse en un transformador eléctrico cuando se creían perseguidos por la policía. Su muerte fue el detonante de una ola de disturbios que azotó durante tres semanas a decenas de barrios conflictivos de las principales ciudades de Francia y llevó al Gobierno a decretar temporalmente el estado de emergencia.
