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Las elecciones, un gran plebiscito

Rajoy: "El 20-N nos jugamos lo que pueda ocurrir en décadas"

No hablaba el candidato, lo hacía el hombre de Estado. Rajoy se refería al 20-N como un referéndum histórico: "Nos jugamos las próximas décadas".

Un país que se la juega. Una “gran nación” que vive el momento más importante de los últimos años, tal vez desde la Transición. Un auténtico plebiscito nacional en el que los españoles tienen que dirimir si salir o no de la crisis. El Mariano Rajoy más presidente quiso otorgar a su intervención en Hospitalet tintes históricos, y quiso hacer partícipe a los catalanes, clave en su previsible victoria electoral.

 

“Es un momento decisivo para nuestro país, nos jugamos lo que pueda ocurrir no en los próximos años, sino en la próxima década”, solemnizó, como si estuviera pronunciando su primera intervención ante la ciudadanía ya como jefe del Gobierno. Rajoy, cada vez más preocupado por la tormenta financiera que no cesa, mandó un mensaje de confianza “al mundo” y apeló a que todo el país tire del carro.

 

Vaya por delante que el candidato de los populares ya no se molesta ni en criticar la herencia “envenenada” -recordó Alicia Sánchez Camacho- de los socialistas, sino que lanza un mensaje tanto al país como a la Unión Europea: “Lo que se decide aquí es si apostamos por el euro y si vamos a cumplir con nuestro compromisos”. Y se contesta: “Se van a hacer las cosas bien”, siempre si él gana las elecciones generales.

 

“Todo lo demás no importa nada. Se debate si seguimos igual o si cambiamos”, afirmó, no sin advertir que “la tarea es gigantesca, el reto muy difícil” y “no hay varitas mágicas ni pócimas milagrosas”. Pero, “de la misma manera que os digo eso, os digo que podemos hacerlo”. Y, una vez más, mentó a la recuperación económica de 1996 para declarar que “cuando hay un Gobierno que da la talla es capaz de crear, como creó, cinco millones de puesto de trabajo”.

 

El objetivo, pues, “está claro, lo conocemos todo el mundo: crecer, crear empleo y mejorar las políticas sociales”. Algo que, remachó, no podrá hacerlo quien es “mal gestor”. “Ése es el gran peligro, ¡hay que tenerle pavor” pero, frente a ello ,ofrece “otras políticas, otras actitudes y comportamientos”.

 

La “austeridad” se convierte en su gran receta para salir del túnel, incluyendo una firme defensa de las pequeñas y medianas empresas así como de los autónomos. “Otras políticas”, repitió sin cesar, excluyendo de ellas “reglamentar la vida de nadie”. “Creo en la libertad y en la responsabilidad de la gente. Menos decretos, más reformas y más generar condiciones para poder dar la talla”, remató.

 

Rajoy llegó a hablar de “la historia de la humanidad” para ensalzar el papel de las personas y no de las administraciones, y utilizando este gancho defendió el papel de los grandes políticos. A las claras aseguró: “No creo en los tecnócratas” sino en quienes surgen de las urnas, en “los buenos políticos que han hecho grandes cosas” a lo largo de los años. “Buenas políticas y buenos equipos, gente seria, formal y que sepa hablar”, añadió.

 

“Me presento a las elecciones porque creo en un país respetado dentro y fuera de España. Queremos que no nos manden, queremos cumplir con nuestros deberes”, afirmó a modo de resumen. Rajoy, ese hombre de Estado, bajó entonces del atril para encarar la carrera final; por fin ve los comicios a la vuelta de la esquina.

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