La Audiencia Nacional absolvió este jueves a tres de los principales dirigentes del brazo político de ETA, Arnaldo Otegi, Joseba Permach y Joseba Álvarez, de la comisión de un delito de enaltecimiento del terrorismo por los hechos acontecidos el domingo 14 de noviembre de 2004 en el donostiarra Velódromo de Anoeta. Argumenta el tribunal, entre otras razones, que no hay pruebas suficientes para la condena por la ausencia de testigos. ¿Qué pasó aquel día? ¿Qué se esperaba de aquel acto?
En plena vigencia del Pacto contra el Terrorismo y tras varios meses de run-run y rumores políticos sobre la existencia de contactos entre el Gobierno Zapatero y la organización terrorista ETA, Batasuna convocó en San Sebastián un acto político que despertó una enorme expectación, pues como bien se habían encargado de filtrar esa misma semana los propios batasunos, en el mismo se iba a hacer una importante propuesta política que marcaría el inicio de la negociación pública entre Gobierno y ETA.
Con las típicas puestas en escenas proetarras, marcadas siempre por la existencia de diversas actuaciones folclóricas, el acto se inició con la intervención de veteranos dirigentes del brazo político de ETA, entre ellos, por ejemplo, el ya fallecido Jon Idígoras. Fue con alguna de estas intervenciones durante las que el público interrumpió por primera vez a un orador con gritos de exaltación a ETA, unas expresiones que al día siguiente recogieron las crónicas de la gran mayoría de los medios de comunicación, aunque, como eran bastante habituales en aquella época, no ocuparon los titulares.
Entre estas intervenciones, en el acto se proyectó un vídeo en el que se realizaba un repaso de los últimos cuarenta años del brazo político de ETA. Imágenes en blanco y negro y color de manifestaciones durante la democracia y durante los últimos años del Franquismo, incluidos los disturbios posteriores a algunas de ellas; imágenes de actos políticos de Herri Batasuna y Euskal Herritarrok; imágenes de Carrero Blanco o del mismo Francisco Franco; así como fotografías de acólitos de ETA que habían fallecido en esos cuarenta años.
Precisamente, entre esas últimas imágenes, que en ningún caso iban acompañadas por el nombre de los fotografiados, se añadieron también las imágenes de terroristas de ETA, aunque pasaron desapercibidas para muchos periodistas allí presentes, pues o bien no los reconocieron, o no los conocían, o su aparición les habría cogido apuntando notas sobre el acto. Debido a ello, pocos medios de comunicación incluían en sus crónicas al día siguiente estas apariciones.
La última intervención de aquel acto fue también la más esperada, la de Arnaldo Otegi. El portavoz de Batasuna-ETA comenzó su intervención con un órdago: "Una organización ilegal, con un portavoz ilegal, celebra hoy un acto ilegal. No por el nuevo talante del Gobierno, sino porque hemos ganado terreno, porque hemos ganado al Partido Popular".
En aquella época, y pese a que el brazo político de ETA llevaba casi un trienio ilegalizado, los batasunos celebraban y convocaban actos políticos y manifestaciones en el País Vasco cuando así lo deseaba, gracias a la complicidad del Ejecutivo vasco que comandaba Juan José Ibarretxe, y a la inacción de la consejería de Interior, que dirigía el peneuvista Javier Balza.
Tras esto, Otegi hizo pública la que sería conocida como la propuesta de Anoeta. En ella, se recogía la disposición del mundo de ETA a iniciar un proceso de negociación con el Gobierno español que concluyese con un proceso de autodeterminación. Para ello, deberían constituirse dos mesas de diálogo, una compuesta por partidos políticos vascos y otra alrededor de la cual se sentarían representantes de ETA y el Gobierno. Esa propuesta apareció al día siguiente, con mayor o menor presencia, en la portada de todos los periódicos. Fue lo que centró la mayor atención de los periodistas.
El por entonces lehendakari Ibarretxe aceptó y publicitó la propuesta como si fuera propia. Así fue, precisamente, como se desarrollaría años después la negociación entre Gobierno y ETA. Una mesa de partidos reunida en Loyola (Guipúzcoa) en la que estaban presentes representantes de PSE, PNV y Batasuna; y otra mesa que se reunió en Suiza, en el centro Henri Dumont, con Jesús Eguiguren como representante del Gobierno y Josu Ternera en representación de ETA.
Segundos después de concluir la intervención de Arnaldo Otegi, los servicios de prensa de la ilegalizada Batasuna obligaron a los periodistas acreditados a abandonar rápidamente su emplazamiento y les acompañaron hasta la salida del Velódromo de Anoeta. Dentro, todavía no se había dado por concluido el acto. Y fue, precisamente, tras la salida de los medios cuando varios encapuchados comenzaron a repartir los Zutabe, el boletín interno de ETA, y cuando volvieron los gritos de exaltación a la banda terrorista.
Tres son los hechos sobre los que se centraron las acusaciones a los dirigentes batasunos en la Audiencia Nacional: Gritos de exaltación de la banda terrorista, la exhibición de unas imágenes en clave recuerdo-homenaje de varios etarras y el reparto por parte de encapuchados de diversos ejemplares de Zutabe. De ellos, apenas hay testigos, gracias a esa decisión de la organización batasuna de expulsar a los medios de comunicación tras la intervención de Otegi.

