Que semejante MOSTRENCO sectario y prepotente de la judicatura, continúe en el ejercicio de su profesión después de décadas de fechorías y fechorías más que soeces, es una prueba inequívoca y fehaciente de la degradación extrema de un Estado de Derecho, y de una Democracia mínimamente digna. Cualquier desgracia que le acontezca a este País estará justificada.