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Antonio López Campillo

Falacias nucleares

Decía el poeta que decir media verdad es mentir dos veces. La falacia es un modo de defenderse cuando se siente uno culpable. Con el problema de las municiones blindadas con uranio hay una mezcla de falacias, ignorancias y temor al público.

Hoy en Kosovo nadie sabe cuántos son los pobladores de la región; las "limpiezas étnicas" sucesivas, la de los serbios y la posterior de los albaneses, han creado un desorden demográfico, por el permanente desplazamiento de poblaciones, que hace que no se pueda conocer bien lo que pasa en Kosovo. Y en ese momento la OMS comunica, oficialmente, que no ha habido aumento significativo de casos de leucemia en la población, según las estadísticas oficiales de Kosovo. Las poblaciones de las regiones tocadas por el uranio, las más próximas a Albania, que es donde se encontraba la mayor concentración de blindados serbios, que eran cazados por la aviación occidental con proyectiles de uranio, han sido "limpiadas" por los albaneses al final de la guerra. Por ello, el de la OMS es un dato estadístico tranquilizador, pero nada fiable.

Las autoridades tienen razón en un aspecto del problema. Los trozos y el polvo de el uranio empobrecido están dispersados en torno al lugar de la explosión y presentan una tasa de radiación relativamente débil. Un ser humano, al circular en el entorno, se expone a ser irradiado; pero como la fuente de radiaciones, el uranio, esta dispersado, en cada momento de su paseo recibe poca radiación. Los soldados han estado cerca de los trozos de uranio unas horas cada día y unos pocos días, la tasa de radiación recibida es pequeña, relativamente, y por eso pueden decir, sin mentir demasiado, que no hay riesgo o que es muy pequeño. Y en esto tienen toda la razón.

Pero a más de pasear, para inspeccionar el terreno, los soldados y los civiles esos colaterales que viven cerca, además de andar respiran, y este pequeño detalle cambia todo al analizar la situación.

Los proyectiles de uranio cuando explotan al chocar con el blindaje o los muros, se rompen en pedazos y una parte queda reducida a polvo, buena parte del cual es prácticamente impalpable. Con algo de viento, ese polvo se mezcla con el aire y forma una especie de aerosol, que puede permanecer en la atmósfera horas después de haber cesado el viento. Este aerosol es respirado, y aquí empieza la verdadera historia.

Desde el principio de los trabajos sobre la utilización de la energía nuclear, se hicieron estudios sobre la contaminación de los materiales empleados, entre ellos el uranio. El resultado es que en el caso de aerosoles de uranio, el 25 por ciento del aerosol respirado es devuelto a la atmósfera, el resto es deglutido y pasa a la sangre y un 25 por ciento se adhiere en los huesos. Lo que significa que partículas de uranio se encuentran como a un centímetro de la médula; y la leucemia, según dicen, es la enfermedad que se caracteriza por la proliferación maligna de leucocitos o sus precursores en la médula ósea y sangre periférica, precisamente.

Un paseante civil o militar está a unos metros de la fuente de la radiación y para que esta llegue a la medula ha de atravesar ropa y los tejidos que forman el cuerpo, piel, músculos, nervios, sangre, agua. O, lo que es lo mismo, la radiación ha de atravesar un espacio, de centímetros a metros, y masas musculares que atenúan algo la radiación; por eso las autoridades tienen, en parte, razón al decir que el riesgo es débil. Pero en el caso de haber ingerido el aerosol no. Transportar durante meses y años unas partículas de uranio pegadas a los huesos, a uno o dos centímetros de la médula ósea no es lo mismo que pasear un tiempo, más o menos largo, por las cercanías de una fuente de radioactividad.

La OMS con su declaración no ha reducido la inquietud sobre el síndrome de los Balcanes, solo ha atenuado, notablemente, la confianza en sus declaraciones. Y las autoridades civiles o militares están demostrando paladinamente su ignorancia, aunque no era ese, precisamente, su objetivo al "informar" al público. Lo que decía aquel: media verdad, mentira doble.

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