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Julia Escobar

Una historia tan triste

Ugo Riccarelli nació en Piamonte en 1954 y actualmente reside en Pisa, donde ejerce como periodista. Este, su segundo libro, recibió el equivalente italiano a nuestro Premio de la Crítica. Un hombre que acaso se llamaba Schulz es, en realidad, una biografía novelada de Bruno Schulz (1892-1942), escritor y dibujante judío polaco que junto a Gombrowicz y Witkievicz es uno de los renovadores de la narrativa polaca contemporánea. Schulz sólo publicó dos novelas: Las tiendas de color canela, traducida al español en 1968 en Biblioteca Breve y (ya directamente del polaco) en Debate, y Sanatorio bajo la clepsidra, que se publicó primero en la Editorial Montesinos. Ambas pueden encontrarse en Obra completa, traducida por Juan Carlos Vidal y Elzbieta Bartkievwicz para la editorial Siruela. Schulz fue, además, traductor de Kafka y nunca podría haberse esperado mejor unión entre dos escritores.

En este libro, Riccarelli recrea la vida de Schulz a través de un supuesto diario íntimo del escritor polaco. El grado de suplantación y de verosimilud es asombroso. La soledad y angustia de ese hombre están patética y fielmente reproducidas; pero, además, Riccarelli se hace eco de las circunstancias adversas que rodearon a ese gran soñador: el padre comerciante en telas y estrafalario inventor, el hermano desaparecido en los Balcanes durante la primera guerra mundial, la locura de su hermana y las terribles circunstancias políticas que él mismo hubo de padecer y que dieron al traste con su capacidad ensoñadora. Schulz no se marchó de Polonia durante la invasión nazi y, como era un gran dibujante, consiguió sobrevivir sirviendo a un oficial alemán hasta que, para vengarse de este último, otro mando germano le disparó un tiro en la cabeza. El libro de Ricarrelli es un bellísimo ejemplo de cómo se puede convertir una vida desdichada en literatura pura y dura.

Ugo Riccarelli, Un hombre que acaso se llamaba Schulz, traducción de Carlos Gumpert, Maeva, Madrid 2000, 184 páginas. 1575 pesetas.

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