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Federico Jiménez Losantos

La Federación de Polanco ningunea a Zapatero

Después de la caída teledirigida de Borrell, de la vicecandidatura y megadescalabro de Almunia y, sobre todo, de la supervivencia en su interior de Felipe González como referente del PSOE, nadie puede dudar de que la federación más importante del poder socialista no es la andaluza ni la madrileña ni la catalana, sino la de PRISA. La relación entre el felipismo y el polanquismo es tan estrecha, tan íntima, que el poder fáctico acumulado durante tantos años de Poder se ha sustanciado al final en una obediencia ciega, sin límites, a los intereses del imperio informativo como la única referencia nacional de continuidad. El enfeudamiento a PRISA de los magistrados designados por el PSOE en el Supremo y el CGPJ y las denuncias de Van Miert sobre el servilismo del Gobierno del PSOE a los intereses empresariales de Polanco son sólo una muestra de esa transferencia de fidelidad orgánica cuyo vínculo primero es la relación Polanco-González, pero cuya relación a todos los niveles es de una capilaridad prodigiosa. En un PSOE abonado al caos, Polanco es la única referencia segura.

Por eso mismo es significativo que "El País" desvele con frialdad cercana al regodeo el cerco de los "barones" del partido al liderazgo de Zapatero, una entelequia que sólo existe en la imagen pero que la realidad organizativa del PSOE y la indiferencia de "El País" desmienten en la práctica. Por eso es más grave que junto a la descripción del aquelarre cantonalista en la Ejecutiva del PSOE no haya el más minimo apoyo de opinión, ninguna alarma editorial, la menor llamada a la cordura de un partido convertido en rompecabezas de intereses y facciones, a merced, según los propios columnistas de PRISA, de las ofertas del Gobierno Aznar.

Es evidente que Zapatero "no mola", no les entusiasma, no les llena, como no les llenaba Almunia y les vaciaba el ánimo Borrell. Por eso mismo lo defenestraron con su portada sobre Huguet y Aguiar, mientras a González se le protegió de toda salpaicadura en el GAL, Filesa y tantos otros escándalos más graves. Pero antes de Borrell, ya el guerrismo había sido combatido, atacado y finalmente derrotado desde los medios de Polanco, recuérdese la emisión en la SER de las confidencias teolígicas de la "motorola" de Benegas, hasta dar jaque mate al todopoderoso Número Dos del PSOE. Nadie puede dudar de que Polanco defiende lo que quiere defender, incondicionalmente, y ataca lo que quiere atacar, implacablemente. A Zapatero no lo defiende y no se conmueve cuando lo atacan. Mal lo tiene Zapatero si la federación clave del PSOE es indiferente a su suerte. Sucede que el problema del PSOE es básicamente ideológico, sobre todo en la idea de España, y "El País" es parte esencial del problema, no de la solución.

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