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Antonio López Campillo

3. El tiempo no existe

Para los "Apocalipticos" el tiempo no existe, en cuanto juega el papel de medida del crecimiento, de evolución. Lo que hace que puedan declarar que todas las culturas son "adultas" y equivalentes. Paralelamente a la negación de la posibilidad de "evolución" está la imposibilidad de comunicación entre culturas, es decir que estas están aisladas y forman un todo, y que son incomprensibles para todos aquellos que no han nacido y vivido en cada cultura especifica. Este aislamiento "cultural" es el mismo que existe entre los epistemes de Foucault; la negación de comunicación no es sólo negación de la acción del tiempo, es también, y es lo importante, la negación del hombre como ser universal. Este hacer "islas" lo encontramos en el ámbito científico con los postmodernos de la filosofía de al ciencia que son Kuhn y Feyerabend, que tanto ruido hicieron en los años sesenta y setenta.

Para el primero de estos dos pensadores cada época tiene su "paradigma" científico, en cada momento hay una ciencia normal, contra la que se producen las revoluciones científicas que cambian el paradigma de la época. Pero para ambos, los conceptos científicos elaborados en cada época no es posible traducirlos a la época actual con el mismo contenido científico. O lo que es lo mismo, que son inconmensurables. Así el concepto de electrón de principios del siglo XX, no es el mismo que el que se tiene a finales del mismo siglo, lo que es evidente, pero para ellos es signo de que las ideas de una época no son compresibles para los humanos de otra. Feyerabend, por criticar radicalmente los conceptos utilizados en la filosofía y la sociología de la ciencia, se autoproclamó "anarquista", apoyándose en Lenin, y llevo las ideas de Kuhn al limite, este último se alejó algo de su propias teorías.

Para estos autores, para comprender una idea científica hace falta comprender la época en que se produjo y buscar en qué ideas y nociones extracientíficas, propias de aquel tiempo, se basaron los inventores del concepto para construirlo. Lo cual es cierto, pero para ellos eso significa la no posibilidad de comprender, a fondo, las ideas científicas del pasado.

Hay dos objeciones que se les puede hacer. La primera es que si ellos saben que la interpretación que hoy se da es falsa, resulta que ellos deben saber cual es la verdadera, y si lo saben es que se pueden conocer exactamente las ideas del pasado, es decir su propia teoría es autorefutante. La segunda objeción reside en el hecho de que para aceptar su teoría hay que aceptar que las mentes, los cerebros y todo lo demás, de los hombres de una cultura son, en su funcionamiento, profundamente distintos de los de otra cultura, o sea que son "incomensurables", no tienen "medida" común posible.

La evacuación, a lo menos conceptualmente, del ser humano de la formación de ideas y conceptos, hace recaer todo el peso en el "medio", en lo colectivo de la "cultura". Esta deshumanización es otra de las características de los postmodernos. Va de par con el tiempo circular, el del eterno retorno, y es una de las consecuencias de su rechazo de la Ilustración. Para estos pensadores, el troceado y aislamiento de culturas o de ideas y su atemporalidad, que es más que negación de la noción de progreso en el sentido de crecer y evolucionar, es un modo de suprimir la angustia del mañana incierto y poder estar tranquilos en la sumisión de que lo que fue ha de ser y lo que es volverá a ser. Sumisos.

El eco encontrado por estas doctrinas nos indican, posiblemente las raíces y la extensión del desequilibrio reinante en el mundo de las ideas en nuestros días.

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