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La Universidad de Ámsterdam

La Universidad de Ámsterdam fue un modelo para las Universidades europeas que, tras las revueltas de mayo del 68, anhelaban un sistema democrático de gobierno. Su organización llegó a hacerse tan progresista como demagógica e ingobernable.

El equipo de gobierno llegó a carecer de todo poder de decisión, cualquier norma o medida debía ser tomada por el Claustro y el Consejo Social. Los departamentos de Facultad estaban dirigidos por la totalidad del personal docente y algunos alumnos de los últimos cursos de licenciatura. La situación era totalmente caótica, nadie se hacía responsable de nada y cualquier decisión exigía tal cantidad de reuniones, acuerdos, y votaciones que nunca llegaba a tiempo.

Una nueva ley de organización del sistema universitario, que entró en vigor en 1997, ha convertido la Universidad de Ámsterdam en pionera de las nuevas tendencias que corren por Europa sobre los modelos de gobierno y gestión de sus Universidades. Actualmente, esta universidad se rige por el llamado Consejo de Supervisores que funciona como cualquier Consejo de Administración de una empresa. Está formado por cinco miembros, nombrados directamente por el Ministerio de Educación y elegidos entre personalidades de prestigio social ajenas a la universidad.

El Consejo de Supervisores es el encargado de nombrar al Consejo Ejecutivo, integrado por un presidente, máximo responsable del gobierno en la universidad, un rector magnífico que se ocupa de los asuntos académicos y un vicepresidente ejecutivo que lleva la cuestión financiera y de personal. Sigue existiendo el Claustro que tiene ahora carácter meramente consultivo.

Los decanos gobiernan en su centro y son responsables del presupuesto, de los planes de estudio y de la investigación. En cuanto a los profesores, adquirida la habilitación, pueden ser contratados por cualquier universidad que los solicite.

Es notable el contraste entre la simplicidad de este modelo de gobierno universitario y el complejo anteproyecto de nuestra llamada Ley de Universidades. ¿No podrían, quienes están implicados en la tarea de sacar adelante esa nueva ley, fijar su atención sobre estas innovadoras formas de gestión y gobierno que buscan ante todo agilidad y eficacia?

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